Son
tipos que sus madres soportan gracias a un gran instinto maternal, son
amargados que disconformes en vivir su amargura de manera íntima, se empeñan en
verterla sobre los demás, les molesta que no nos interesen e insisten en
hacerse visibles mostrando sus malos modos. Persisten en ser apestados, no por
falta de higiene —aunque algunos
también — si no por la podredumbre a la que someten a sus buenos sentimientos,
totalmente abandonados, todos nacemos con ellos, pero estos seres son incapaces
de encontrarlos. Renuncian al diálogo, pienso que por desconocimiento, aunque
es posible que su complejo de inferioridad los lleve al gruñido y al constante
intento de imposición ya que su estrechez mental les domina haciéndoles evitar
las relaciones humanas, produciendo en ellos un enorme rechazo y una fobia
total a la felicidad, sobre todo a la ajena ya que la propia lógicamente son
incapaces de encontrarla.

Este es mi deseo de
fin de año para todos esos hijos de santa madre, ya sé que los deseos al igual
que los sueños, sueños son, por eso para todos los demás un abrazo, la cara
alta y “Virgencita, Virgencita…