Ayer me
senté frente al televisor con la intención de sufrir una final que a priori se
presentaba casi imposible de ganar, el balonmano es uno de mis deportes
favoritos junto al futbol y el rugby, en mi juventud despertó mi afición por
este deporte lleno de fuerza y alternativas el glorioso Atlético de Madrid de
los Uría, Novoa, Cecilio, Lorenzo Rico, García Cuesta, “Papitu”… que se batían
el cobre en el Polideportivo Magariños, como agradezco que el club Atlético
decidiera recuperar esa histórica sección, bueno dejemos los recuerdos de
abuelo cebolleta y volvamos a la actualidad.
Ayer todo
fue perplejidad y alegría, el Sant Jordi abarrotado de españolidad empujo a
nuestra selección de principio a fin, los daneses que en la actualidad son el
equivalente del Barça de futbol pero en balonmano, quedaron desdibujados en
todo momento desactivados por una selección española que desde el portero
Sterbik, que parecía tener imanes hasta el goleador Cañellas supieron jugar el
partido de su vida y al final no doblaron el tanteo porque se relajaron y al
contrario de otros equipos supieron ganar con elegancia, sin burdas mofas que
en más de una ocasión hemos tenido que sufrir. La consecuencia fue una entrega
de medallas y celebración donde los daneses participaron en todo momento
reconociendo la apabullante superioridad española y preguntándose qué diablos
había pasado.
Enhorabuena
a este grupo de magníficos deportistas y gracias por darnos una alegría en este
huracán de desánimo que estamos viviendo, no solo en fútbol también en balonmano ¡que viva España!
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