Dicen
que es bueno hacer balance de tanto en tanto, cada año, lustro o década, no se
bien de que sirve, pues lo pasado pasado está y lo que tenga que venir, vendrá
de forma irremediable.
Hoy,
que llevo por este mundo traidor, sesenta años deambulando, recuerdo tan solo
una parte de todo lo acontecido. Son las cosas de la memoria selectiva, que por
suerte tan solo se queda con los buenos momentos, por otro lado te vas
encontrando cicatrices, esas protuberancias que hay repartidas por tu cuerpo y
alma, que son señales de accidentes que en su día dolieron e incluso sangraron,
pero que ahora solo son silenciosos testigos de los errores/horrores del pasado
que ya sanaron, que ya pasaron. La vida sigue y cada vez es más pesada, por eso
es bueno y necesario ir soltando lastre, por ejemplo el rencor, ese saco inútil
que solo acumula mierda, una mierda viscosa que te envuelve y te paraliza,
bueno, que os voy a contar, todos hemos sufrido o seguís sufriendo de ese mal y la felicidad
depende, entre otras cosas de librarse de él.
Nacer
en el siglo pasado, como es mi caso en 1960 era algo normal, hoy es bastante
complicado, al menos en esta sociedad que se considera civilizada y camina
obsesionada hacia la perfección, menos mal que no lo conseguirán. Imagináis un
mundo perfecto, sin equivocaciones, sin malvados a los que condenar para liberar nuestras propias
maldades, debe ser tan aburrido como asqueroso. Con el tiempo, que no la
experiencia, otra cosa inútil que solo sirve para transmitir y que nadie quiere
tomar, pienso, acción también inútil, ¡pero que coño, esta me gusta!, que lo
realmente difícil e ideal en esta vida, es conseguir el equilibrio, sí, el
equilibrio. Al nacer ya empezamos a buscarlo para comenzar a caminar, después
la bici (yo no sé ir en bici, así que consejos vendo y…), luego viene el amor,
os acordáis de Machín, ”como se puede querer dos mujeres a la vez y no estar
loco”, la familia con el trabajo, la familia con el trabajo y el ocio, todo con
la intimidad perdida, tu, lo que te
rodea, tu, tu, tu, (quedamos que no se busca la perfección, que es mejor el
equilibrio), siiii, pero es tan difícil. Efectivamente es difícil, imaginaros
que tropiezo y estoy a punto de caer, pero viene un alma piadosa y me sujeta
para que no dé con mi oronda humanidad en el suelo, pero como peso mucho lo
arrastro y mientras, se interpone un tipo fortachón que nos aguanta a los dos,
cuando comienza zozobrar, un par de críos divertidos se ponen debajo para hacer
piña y así sucesivamente, sin fin, todos se apoyan entre si para no caer, sin más,
sin querer subir al cielo, sin pretender dar la vuelta al mundo, simplemente
sujetarnos unos a otros para que no caiga nadie, sería agradable y hermoso y
supongo que no muy difícil, pero no nos engañemos, si buscar el equilibrio individualmente es
complicado, imaginaros en grupo.
Dejémonos
de utopías, el 20 de Julio de 1960 me dieron el billete de vida y apáñatelas
como puedas, y empiezas a vivir, mejor que peor, este es mi caso, pero deprisa,
tan deprisa que cuando llega el día de hoy te das cuenta que el billete es de
ida y vuelta, que cuando acabe el viaje te puedes llevar exactamente lo mismo
que traías ese 20 de Julio de 1960 y que en condiciones normales hace ya más de
quince años que el viaje está volviendo al punto de partida. Toca ralentizar,
ir más despacio, transformar pasión en comprensión, regalar prisas y acumular
paciencia, consumir menos y disfrutar más, ahorrarse discursos, no porque no te
entiendan, sino porque no les interesa lo que dices, observar y sonreír.
Algunos trenes pasaron de largo, otros hubiera
sido mejor no cogerlos, los trenes no pasan de moda, pero las malditas prisas
nos hacen perdernos el paisaje, quedaría departir con quien compartes vagón,
pero están poseídos, ensimismados, ajenos a su entorno, como dije antes mejor
ahorrar en discursos y digo discursos porque la conversación hace mucho que se
extinguió, eso, mejor observar y sonreír. Buscar el camino llano, los esfuerzos
ya están hechos, falta dejar pasar un lustro y si los canallas no lo impiden,
recoger el fruto de la siembra pactada, cinco años muy lentos, paciencia,
esperanza, refugiarse en un paradigma y tratar de tener otra actitud tan
difícil como el equilibrio, tratar de tener cuidado, cuidado universal, con uno
mismo y con todo lo que te rodea, el cuidado aporta el beneficio de la no
destrucción, eso no impide la lógica degradación, pero si la ralentiza de un
modo natural. Cuando todo se cuestiona, es difícil comenzar, sin base no hay
construcción, es por ello que aceptar un paradigma es un modo de iniciar una
ruta de vuelta donde poder aplicar todo aquello que los que están de ida
desprecian con su desinterés, las prisas que siempre causan más perdidas que
beneficios, esos pequeños beneficios que conllevan pérdidas irrecuperables.
Equilibrio, cuidado, la utilidad de este
leve esfuerzo seguramente no dará fruto
a tiempo para que un servidor lo pruebe, pero hay que intentarlo, por si
alguien desea coger el relevo, aunque aún queda tiempo, espero que no deseo,
sobre todo si es un mal tiempo, no sé, ya se verá.