Pese a
que el ordenador permite escribir sin que todo quede en papel mojado — lo digo por el humor que tendemos a segregar cuando describimos
ciertos sentimientos emotivos— es en este momento cuando tengo
fuerza para relatar mi afortunada y breve relación con un buen hombre, que se
cruzó en mi vida en un momento complicado, hace escasos nueve meses y que sin
haber compartido con él una larga conversación, ha logrado conseguir por mi
parte un tremendo respeto y admiración.
EL
PRIMER DIA
Stephen apareció un buen
día por mi pequeña casa de comidas con una garrafa de vino en la mano y
preguntó, como casi todo el mundo al principio,” ¿Dónde está Manolo? ”, le
expliqué que Manolo ya no trabajaba en el local y que yo había comenzado a
tomar las riendas. Algo sorprendido me contestó, “tendrás que trabajar duro
pues Manolo es un gran cocinero, le enseñé yo”. No me sorprendió, Manolo es una
persona muy valorada y por desgracia aún no he tenido el placer de probar su
apreciada cocina.
Reconozco
que Stephen me pareció un tipo un tanto excéntrico, rectifico, muy excéntrico;
posteriormente me informaron que frecuentaba con asiduidad la que ahora es mi
humilde morada, todo el mundo me hablaba de él con cariño, desde ese momento me
propuse ganármelo con mis guisos y después ya veríamos.
LA TORTILLA
Al
principio, mi brutal crisis nerviosa, aconsejaba que fuera a descansar a casa un
rato hacia mediodía, Stephen se dejaba caer cuando podía o le apetecía. Un buen
día me llamó mi hijo Santi agobiado ya que le había pedido un bocadillo de
tortilla y no consiguió hacerla en la plancha, Stephen pasó al otro lado de la
barra y le enseñó cómo hacerla —ahora Santi hace unas tortillas en la plancha
espectaculares — le dije que no le cobrara a lo que Stephen contestó “no señor,
como no voy a pagar una de las mejores tortillas que he probado, la he hecho
yo”.
Desde
ese día creció una fuerte complicidad entre las dos S, creando una nueva SS
totalmente reformada y agradable.
LAS
MIGAS
Un
sábado le hice una propuesta un tanto atrevida, le insté a que comiera unas
migas, al principio, escéptico, me respondió “no, no, la butifarra” yo le dije,
te sirvo una cata, en cuanto vio que las migas se acompañaban con su avío de
pimiento, panceta, chorizo y morcilla, cambió de idea y me dijo “ha, van con
esto, ponme un plato”. Desde entonces se hizo un asiduo a las migas, raro era
el fin de semana que fallaba, incluso algunos haciendo doblete, viernes y
sábado. Cuando empezó a fallar es que notaba que algo empezaba a ir mal y
lamentablemente acabó mal.
LA
RATAFIA
Un
yanqui convertido a las migas —“que listos son los pastores españoles” — no
podía seguir machacándose con cerveza acompañada de Jim Beam, así que el día
que entró en casa la Ratafía le serví un chupito, agradablemente sorprendido
preguntó “¿Qué es esto, Rataqueeee?” Le expliqué que era un licor digestivo que
se elabora por diversas poblaciones catalanas y que como casi todo lo bueno
goza de escasa repercusión. El Jim Beam quedó apartado y la ratafía — “rabo"
en el código particular utilizado ente él y Santi, al igual que el tiramisú en
lugar del trifásico— lo sustituyo definitivamente.
LA
PATATA
Ahora,
recién hemos comenzado la ruta de “ATRAPA
LA TAPA”, en casa proponemos “La Patata” como tapa muestra. Es una patata
de guarnición rellena de potente chorizo del Bierzo y napada con alioli dulce,
esta patata resume la forma de trabajo de “LA PARROQUIA”,
el rector propone y los parroquianos opinan con total libertad con el fin de
mejorar el producto. Stephen, en cuanto
la probó miró hacia delante, como buscando la puerta que te permite salir del
infinito, era una actitud que adoptaba con cierta frecuencia, de repente musitó
“es una patata, una simple patata, ¡esto es magia!” En ese momento tuve la
certeza de que “la Patata” estaba lista para servir.
EL
FALSO MISOGINO
Stephen
ama la tranquilidad, huye de aglomeraciones y estridencias, seguramente por eso
de la impresión de que no le gusten los niños, sobre todo el mal educado y de
que se esfuerce en hacer ver que le molestan las mujeres. Me contaba con
frecuencia el mismo chiste “¿sabes que un estudio en mi país dice que el 40% de
las mujeres van al psiquiatra?, ¡esto es gravísimo! Supone que el resto ni
siquiera van”.
Todo
fachada, muro de autodefensa, le he visto tocado por amor, por la incomprensión
de una mujer o por la incomprensión de el con esa mujer, qué más da, el ama y
quien ama no odia, un falso misógino.
LA
PERSONA
El era,
es, seguirá siendo, pues las buenas personas nunca mueren, un hombre
relativamente tranquilo, inquieto, tremendamente correcto; no, exquisitamente
educado, creativo, optimista dentro de la realidad del pesimismo, luchador pero
realista, recto y erecto, gran ejemplo de homo sapiens, amante de la libertad
pero desdeñoso con el libertinaje, sinceramente agradecido, generoso,
hermosamente imperfecto, tozudo, reservado, seguramente inteligente,
ocultamente sensible, fuertemente débil, ejemplo a seguir que merece
divulgación, de obligatoria continuidad.
LA
INTIMIDAD RELATIVA
Soy
afortunado, he compartido con él, lo he disfrutado, me ha enseñado, algo he
aprendido. Guardo algunos detalles que pertenecen a nuestra intimidad, siempre
estará presente, en las paredes del 75% de mi vida solo cuelgan lo que me gusta
y quienes opino merecen la pena. En la misma pared desde donde me mira mi
querida suegra Carmen y mi admirado Stephen me ofrece sus manos, cuando me
ausento para descansar en casa me los llevo en el alma y los dejo departiendo,
uno fumará sus cositas, la otra le dirá que no le conviene, pero ambos se
entienden pues hablan el mismo idioma. No me tocó el ukelele, su última creación, pero me tocó algo
mejor. De nuevo y no me cansaré jamás, cierro con tu ejemplo. Otra vez, muchas
gracias.