Las
cosas son como son y nadie las puede cambiar, hay quien se empeña en
disfrazarlas, quien quiere distraer al personal para ocultar sus fechorías y continuar haciéndolas
de forma impune. Estamos sumidos en una vorágine donde ya nadie tiene fuerza
moral para pedir que se cumplan normas, quienes las dictan no conocen la
realidad y quienes tienen la labor de hacerlas cumplir, lógicamente, no saben
interpretarlas. Los cómodos se sienten incómodos y esa inquietud coarta el
trabajo de quienes aún creen que es posible luchar y salir del atolladero con
trabajo y esfuerzo. La cultura, la honradez, la honestidad están demodé, ahora
se valora la formación técnica, la falta de escrúpulos y el hoy por hoy que
mañana Dios dirá.
Puestos
así, no se si Dios dirá o nos dejará a nuestro libre albedrío, pienso que es
momento de hacer caso a algunos y recurrir a la insumisión civil, no para
separar, al contrario, hay que reclutar un ejército de gente buena y a la vez
buena gente que haga caso omiso a cosas que son inaceptables por su
inviabilidad y trabajar, esforzarse e ignorar a los “listos” demostrando que se
les puede derrotar con tesón e inteligencia, empezando por desdeñarlos destruyendo
su ficticio protagonismo.
Hay que
exigir trabajo a quienes no trabajan y arrinconar a aquellos que no desean ni
saben que es trabajar, al final se impondrá la lógica, no tengo ninguna duda ya
que la realidad es tozuda.
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