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domingo, 24 de agosto de 2014

REENCUENTROS


Estos días de descanso, merecido descanso, ¡qué bien vienen en ocasiones las frases hechas!, han servido para reencontrarme con gentes, lugares, sabores y hasta conmigo mismo. Empecé buscando alojamiento cerca de mi querido Tremp, saltando de valle en valle recale en las puertas del aragonés valle de Ordesa, concretamente en la localidad de Fiscal, lugar con un nombre apropiado que en estos tiempos invita al descanso, la despreocupación y la falta de presión, así “trabajan” hoy en día los fiscales, sobre todo en según qué ámbitos.

Mi primera parada fue en el restaurante “El Plano”, tras 9 años sin vernos, los abrazos y el cariño de la estupenda familia que regenta el local nos acercó a aquellos años pasados en que reinaba la alegría. La comida como siempre generosa en calidad y cantidad, lo de la cantidad es un pecado, pues te obliga, yo prefiero cantidades menos generosas y dar la opción de tomar un poco más si te apetece y dentro de un orden. Nos comentaron que como toda la buena gente han sufrido estos últimos años, pero emulando a los eternos Galos Asterix y Obelix han resistido gracias al buen hacer y a una cosa que es innata en esta región, la nobleza, esa poción mágica aragonesa que solo han perdido algunos que se contaminaron al viajar a la capital.
Llegando a Fiscal, nos sorprende el frio de agosto, ya casi olvidado, con que nos regala la cumbre del monte Perdido, cena en Broto y refugio de vuelta a Fiscal con colcha incluida. Por la mañana “India” se baña en las heladas aguas del Ara, yo no, los años no pasan en balde. Llamo por enésima vez a casa Paco de Bielsa, no contestan, ¡qué lástima!, cambio de dirección e intento reservar mesa para comer en “La Choca”, me contesta de forma lánguida, “hace dos años que no abrimos a mediodía”, ¡puta crisis!, como lo lamento. Bajo a Barbastro, pienso en “LA PARROQUIA” y quedo con Leonor Lalanne para proponerle que mis parroquianos puedan degustar su vino, la última semana de agosto recibo el primer pedido, además me llevo su primer libro dedicado, surge una chispa, pondré en mi pequeño local una vitrina con libros relacionados con la gastronomía para que el parroquiano pueda disfrutar un poquito más. Doy una vuelta por la feria medieval, me encuentro con un puesto de chacina de Soria, concretamente de Olvega, pruebo, sabroso, hablamos, en septiembre me visitará el proveedor seguro que hacemos buenas migas. De regreso paro en Naval, compro cacharros de barro, el invierno llegará y las sopas saben mejor servidas en barro artesano.
Muy a mi pesar hay que regresar, “India” reclama el último baño, ¡que narices! Le hecho redaños y le acompaño,¡¡ helada!!, pero salgo reconfortado, afloran los recuerdos, entonces me sumergía en el Bellos, ahora es el Ara. Paro en Ainsa, ristra de ajos, embutidos de La Puebla de Castro y unos cuantos cantos rodados del Cinca para complementar el jardín que estamos remodelando frente a “LA PARROQUIA”.
Una semana de retoques, relajación, relajación, relajación… me come el tiempo, mis parroquianos más pesados llegan de vacaciones, me devuelven a la realidad, me traen magia del norte, morcilla de puerro, chistorra insuperable, mandrágora alucinógena, ¡despierta que el lunes hay que abrir!, ¡que cabrones!, el reencuentro y que no falte, nuevos tiempos, nuevos días, nuevas ilusiones…

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