Etiquetas

sociedad (169) gastronomía (55) espectaculos (47) deportes (44) religión (41) música (32) fiestas (30) vida (26) recetas (23) obituario (22) sexo (22) salud (20) poesia (19) digo yo (18) donde comer (18) animales (17) televisión (16) excursiones (14) teatro (14) arte (12) cine (12) desastres (9)

miércoles, 31 de diciembre de 2014

A TODOS LOS HIJOS DE SANTA MADRE


Son tipos que sus madres soportan gracias a un gran instinto maternal, son amargados que disconformes en vivir su amargura de manera íntima, se empeñan en verterla sobre los demás, les molesta que no nos interesen e insisten en hacerse visibles mostrando sus malos modos. Persisten en ser apestados, no por falta de higiene —aunque algunos también — si no por la podredumbre a la que someten a sus buenos sentimientos, totalmente abandonados, todos nacemos con ellos, pero estos seres son incapaces de encontrarlos. Renuncian al diálogo, pienso que por desconocimiento, aunque es posible que su complejo de inferioridad los lleve al gruñido y al constante intento de imposición ya que su estrechez mental les domina haciéndoles evitar las relaciones humanas, produciendo en ellos un enorme rechazo y una fobia total a la felicidad, sobre todo a la ajena ya que la propia lógicamente son incapaces de encontrarla.
Aunque tratan de acapararlo todo, no tienen nada, son insaciables, nada les satisface porque nada valoran, no es que sean inútiles, simplemente no son útiles, no es que no sirvan para nada, es que se empeñan en no servir para nada y mucho menos para nadie. Hay una frase que los excluye definitivamente “vale quien sirve” y está claro que ni valen ni sirven, prefieren el “divide y vencerás” antes que “la unión hace la fuerza”. Se revuelcan en el odio y el rencor, se obcecan, viven ensimismados, no escuchan y dudo que oigan, que tengan sentidos pues viven un sin sentido, desconfían ya que se conocen y se creen que todo lo que les rodea es como ellos. UNA MIERDA, o no, son minoría pero piensan que les respalda la mayoría, la mayoría tragamos, toleramos, consentimos, somos de otra manera, ¿mejor?, ¿peor?, no sé. Vivo de sensaciones y tengo la sensación de que ha llegado el momento de invitarles a que encuentren la felicidad y si son capaces de encontrarla comprenderán que la tienen que compartir, pues la felicidad no entiende de posesiones, no es acumulable, es efímera y el único modo de hacerla crecer es tratando de contagiarla. No pienso ceder ante ellos y unirme a su destacamento de insensibles, seguiré tratando de ser feliz y de inyectar esperanza de felicidad, no me rindo, no me entrego, tiendo la mano y si me la cortan me queda otra y si me la arrancan les seguiré sonriendo, tendré la satisfacción de que aquel que pretenda acabar conmigo lo hará viéndome sonreírle, podrán matarme, pero no vencerme.
Este es mi deseo de fin de año para todos esos hijos de santa madre, ya sé que los deseos al igual que los sueños, sueños son, por eso para todos los demás un abrazo, la cara alta y “Virgencita, Virgencita…

miércoles, 3 de diciembre de 2014

MUERTE SALVAJE


Me asombra el tremendo ruido que se está levantando por una muerte salvaje, salvaje en todo su entorno ¿es que los asesinos no sabían que iban a una matanza?, ¿es que el asesinado no llevaba tiempo buscando la muerte?
Lo lamentable es la muerte, pues algunos creemos que siempre es lamentable, pero es que esta jauría de seres juega buscándola, la verdadera pena es que no murieran todos, de este modo, ellos felices y nosotros tranquilos. Se refugian en el futbol, como se podían refugiar en un circo romano, pienso que se podría construir un circo romano para ellos, de cartón piedra, baratito, infinitamente más barato que seguir manteniendo a esas bestias, que disfruten, que se ahoguen en su propia sangre y acabemos. Puede que si les damos facilidades, quien ahora les lloran, empiecen a luchar un poquito por ellos, ¡que inútil es llorar tu dejadez!, ¡qué fácil echar balones fuera!, otra vez el futbol.
Pensad, aunque sea difícil, y dejadnos vivir tranquilos y morir también, no me gustan vuestras muertes, las lamento, pero ¡es que no tenéis remedio!