Son
tipos que sus madres soportan gracias a un gran instinto maternal, son
amargados que disconformes en vivir su amargura de manera íntima, se empeñan en
verterla sobre los demás, les molesta que no nos interesen e insisten en
hacerse visibles mostrando sus malos modos. Persisten en ser apestados, no por
falta de higiene —aunque algunos
también — si no por la podredumbre a la que someten a sus buenos sentimientos,
totalmente abandonados, todos nacemos con ellos, pero estos seres son incapaces
de encontrarlos. Renuncian al diálogo, pienso que por desconocimiento, aunque
es posible que su complejo de inferioridad los lleve al gruñido y al constante
intento de imposición ya que su estrechez mental les domina haciéndoles evitar
las relaciones humanas, produciendo en ellos un enorme rechazo y una fobia
total a la felicidad, sobre todo a la ajena ya que la propia lógicamente son
incapaces de encontrarla.
Aunque tratan de
acapararlo todo, no tienen nada, son insaciables, nada les satisface porque
nada valoran, no es que sean inútiles, simplemente no son útiles, no es que no
sirvan para nada, es que se empeñan en no servir para nada y mucho menos para
nadie. Hay una frase que los excluye definitivamente “vale quien sirve” y está
claro que ni valen ni sirven, prefieren el “divide y vencerás” antes que “la
unión hace la fuerza”. Se revuelcan en el odio y el rencor, se obcecan, viven
ensimismados, no escuchan y dudo que oigan, que tengan sentidos pues viven un
sin sentido, desconfían ya que se conocen y se creen que todo lo que les rodea
es como ellos. UNA MIERDA, o no, son minoría pero piensan que les respalda la
mayoría, la mayoría tragamos, toleramos, consentimos, somos de otra manera,
¿mejor?, ¿peor?, no sé. Vivo de sensaciones y tengo la sensación de que ha
llegado el momento de invitarles a que encuentren la felicidad y si son capaces
de encontrarla comprenderán que la tienen que compartir, pues la felicidad no
entiende de posesiones, no es acumulable, es efímera y el único modo de hacerla
crecer es tratando de contagiarla. No pienso ceder ante ellos y unirme a su
destacamento de insensibles, seguiré tratando de ser feliz y de inyectar
esperanza de felicidad, no me rindo, no me entrego, tiendo la mano y si me la
cortan me queda otra y si me la arrancan les seguiré sonriendo, tendré la
satisfacción de que aquel que pretenda acabar conmigo lo hará viéndome
sonreírle, podrán matarme, pero no vencerme.
Este es mi deseo de
fin de año para todos esos hijos de santa madre, ya sé que los deseos al igual
que los sueños, sueños son, por eso para todos los demás un abrazo, la cara
alta y “Virgencita, Virgencita…