En mis
tiempos de farándula publicitaria, de repente surgió la palabra “target” como
argot imprescindible en el sector. El “target” no es mas que la selección o el
perfil adecuado de cliente al que quieres embelesar para venderle algo, no es
mala cosa eso de seleccionar clientes, lo realmente malo es tener que depender
de ciertos clientes.
En mi
actual proyecto, tengo un objetivo claro aunque no sencillo, es huir de todo lo
superficial —esta semana ha pasado a mejor
vida Günter Grass, llego tarde para ser su Oskar del “Tambor de hojalata”, ya
no puedo negarme a crecer, pero si puedo negarme a ser arrastrado por
corrientes que solo conseguirán ahogarme— tengo
claro que el fracaso no existe, pero si la inviabilidad de ciertos proyectos,
no poder derribar ciertos muros no significa que tengas que rendirte,
simplemente hay que buscar otros caminos y como decimos los catalanes “que els
bombin”.
He aprendido
a no seleccionar, ¡quién soy yo para seleccionar a nadie!, prefiero la
autoselección, el que no quiera no tiene porqué “aguantarme” y si intenta
molestarme, se le ignora o se le explica que está fuera de lugar o perdiendo su
tiempo, todo depende de la capacidad de comprensión de ambas partes.
No me
importa el “target” o perfil, relaciono perfil como cobarde, huidizo, puramente
estético, falso. Prefiero a los que van de frente, me gustan los que van de
frente, exentos de recovecos, diáfanos, claros, con o sin razón con sus
convicciones más o menos argumentables, pero gente llana y llena, sincera,
dentro de la ambigüedad de lo sincero, gente fácil, cercana, directa, pasional,
con derecho y capacidad de rectificar, actuales minorías con aspiración a ser mayoría.
Todo llegará, la lucha sigue agradablemente, le pese a quien le pese.