SOCRATES,
LA MOSCA COJONERA.
De no
ser por Platón y otros discípulos de Sócrates poco sabríamos de él, era
analfabeto, algo que no priva de sabiduría, “solo sé que no se nada”, “la
verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”. Su modus vivendi,
exento de lujo y ostentación, no hacía mas que reafirmar su inteligencia,
mantenía su libertad no dejando que le coartara un lujo vanal. Antifon llegó a decir
de Sócrates “ningún esclavo desearía ser tratado como él se trataba a sí mismo”,
no entendía que la mayor riqueza es la libertad de pensamiento, las dudas y las
constantes cuestiones.
Eso llevó
a Sócrates a la muerte, una muerte que pareció impuesta, pero que no fue mas
que el colofón de una vida rica y consecuente. Podríamos decir que a Sócrates
lo mató la democracia, no sería cierto, Sócrates murió en una democracia que
cuestionó tanto como cuestionaba y denunciaba a sus discípulos, grandes
oligarcas, como Critias.
Sócrates
fue condenado a beber una copa de cicuta, acusado de despreciar a los dioses
del estado e introducir nuevas deidades y de corromper la moral de la juventud,
alejándola de los principios de la democracia. Aristófones en su comedia “la nubes”
ironizó sobre Sócrates representándolo como dueño de una “tienda de ideas” en
la que enseñaba a los jóvenes a hacer que la peor razón apareciera como la
razón mejor, pero, ¿Quién posee la razón? Sócrates pudo eludir la pena de
muerte, huyendo, pero rehusó salir impune cumpliendo con la ley, una ley que
mataba a un hombre consecuente, el propio Sócrates ofreció la oportunidad de
conmutar la pena de muerte por el pago de una pequeña multa, dado el escaso
valor que tenía para el Estado un filósofo como él.
Viendo la
“evolución democrática”, solo me queda decir, preparen cicuta, o no, ahora
somos tan dóciles y tan preparadamente vacuos que probablemente nos llegue una
muerte “natural” por inanición. Prefiero a Sócrates.
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