Si algo
tengo claro es que respeto, aprecio y alabo la existencia de los Reyes, no de
los que ostentan poder, estoy hablando de los Reyes Magos.
Pese a
todo lo que se diga jamás pondré en duda su existencia, de pequeño pude ver
como el rey Baltasar dejaba los regalos en el pasillo de mi casa. Ahora me
pregunto si mi inquietud, mi ilusión, tuvo algo que ver con esa visión, pero la
realidad, lo que queda, es que lo vi. Con el paso de los años me intentaron
convencer de que los Reyes son los padres, ¡vaya tontería! ¿y los niños huérfanos,
los más desfavorecidos, porqué reciben regalos? Respuesta sencilla, los Reyes
Magos existen, es la consecuencia de que la bondad y la ilusión está ahí, a
nuestro lado, dentro de nosotros, aunque en ocasiones nos cueste percibirlo.
Este
año estrenamos bebé en la familia, Arnau, es la estrella por la que se guiaron
los Reyes hace más de 2.000 años. Pobrecillo, lo van a inundar de regalos,
seguramente algunos inútiles, suerte que aún no se entera. Con el tiempo tendrá
esa ilusión por la que pasamos todos y también añorará la falta de algún
regalo, como me pasa a mí con los calcetines que cada año, sin falta, le
dejaban los Reyes a mi suegra para un servidor y que me entregaba con ese
cariño tan entrañable, cuan útiles fueron esos regalos, cada vez que me calzo los
calcetines la recuerdo y refuerzo mi cariño por ella, ¡qué listos son los
Reyes!.
Que los
Reyes sean generosos, mantened siempre la ilusión, ese es el mejor de los
regalos. Pobrecitos los republicanos, que persiguen lo imposible.
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