Por
cuestiones de trabajo, me he visto medio forzado a cambiar la modalidad de móvil
de prepago a la de contrato, en consecuencia, mi equipo de toda la vida que me
bastaba y sobraba para llamar, recibir llamadas, utilizar como despertador y
escuchar la radio hasta que se escoñaron los auriculares y claro, como el modelo
ya estaba descatalogado no pude reponerlos, pues tenían una conexión especial,
ha sido sustituido por uno de esos artilugios que se denominan Smartphone y que
tan embelesados tienen a la mayoría del personal.
Nunca
he sido muy receptivo a las novedades tecnológicas y cada vez lo soy menos, la
razón es que los aparatos se estropean con mayor rapidez y que para que no se note su
falta de calidad, la industria se encarga de “mejorarlos” para que renueves el
modelo y no te quedes “desfasado”. Recuerdo el primer televisor que entró en
casa, un Telefunken enorme que emitía naturalmente en blanco y negro, con una
escala de grises maravillosa, con el paso del tiempo fue sustituido por un Grundig,
también enorme, que emitía a todo color; cómo iba tan bien compramos otro de
esos que entonces se denominaban portátiles, que hoy aun funciona
perfectamente, pero por su antigüedad no dispone de euro conector, por lo que
no se le puede conectar un TDT, quedando como pieza de museo. Despues surgieron
los televisores planos, extraplanos, con led, de alta definición, 3D, con
conexión a internet y muy pronto tendremos en el mercado el modelo Poltergeist
con el cual podremos ser abducidos como la niña de la película.
La era
del ordenador PC, me pilló con una edad incómoda, ¡con lo bien que trabajaba
como amanuense o copista!, tuve que adaptarme, por cojones, a trabajar con
aquel artilugio parte televisor, parte máquina de escribir, parte calculadora,
medio aprender sus programas y echar para adelante. Con el tiempo he de reconocer que el artilugio
no es tan malo, me ayuda a llevar mis cuentas, a escribir mis cuentos y es una
hemeroteca amplísima y bastante útil, aunque hay que ir con cuidado pues como
todo el mundo puede acceder y se hace imposible revisar tantísimas entradas, te
encuentras con alguna barbaridad que otra.
Ahora
me toca luchar con mi flamante Smatphone, mis hijos están encantados y se han
puesto manos a la obra en abrirme todo tipo de cuentas, con las cuales
evidentemente no sabré que hacer. ¡Ya tengo “guasa”!, pero no sé cómo va, ellos
me dicen que es un invento genial ya que es gratis, ¡y una mierda!, pago
religiosamente mi cuota a telefónica con iva y todo para disponer de todos los
servicios y no es barata precisamente, si tengo por contrato llamadas
ilimitadas y SMS (Son Mensajes Silenciosos) también ilimitados, para que
narices necesito el “guasa”; para decir a un grupo de amiguetes que estoy en un
acogedor restaurante, al pie del nacimiento del rio Cuervo, degustando al lado
de una chimenea un excelente morteruelo y un choricito de ciervo asado con un
vinito de cuerpo contundente; no me gusta poner los dientes largos, ni que me
los pongan, prefiero llevarme unas muestras y compartirlas cara a cara
comentando aventuras y echando unas risas.
Espero
no caer como la mayoría en el autismo y la total dependencia del artilugio, por
favor seguid llamándome, mi número sigue siendo el mismo y yo también, no dejéis
de utilizar la guasa con migo, pero el “guasa” dejarlo para más adelante. Me he
renovado y he tenido que sucumbir como casi todo el personal.
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