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domingo, 19 de enero de 2014

RENOVARSE O SUCUMBIR


Por cuestiones de trabajo, me he visto medio forzado a cambiar la modalidad de móvil de prepago a la de contrato, en consecuencia, mi equipo de toda la vida que me bastaba y sobraba para llamar, recibir llamadas, utilizar como despertador y escuchar la radio hasta que se escoñaron los auriculares y claro, como el modelo ya estaba descatalogado no pude reponerlos, pues tenían una conexión especial, ha sido sustituido por uno de esos artilugios que se denominan Smartphone y que tan embelesados tienen a la mayoría del personal.
Nunca he sido muy receptivo a las novedades tecnológicas y cada vez lo soy menos, la razón es que los aparatos se estropean con mayor rapidez y que para que no se note su falta de calidad, la industria se encarga de “mejorarlos” para que renueves el modelo y no te quedes “desfasado”. Recuerdo el primer televisor que entró en casa, un Telefunken enorme que emitía naturalmente en blanco y negro, con una escala de grises maravillosa, con el paso del tiempo fue sustituido por un Grundig, también enorme, que emitía a todo color; cómo iba tan bien compramos otro de esos que entonces se denominaban portátiles, que hoy aun funciona perfectamente, pero por su antigüedad no dispone de euro conector, por lo que no se le puede conectar un TDT, quedando como pieza de museo. Despues surgieron los televisores planos, extraplanos, con led, de alta definición, 3D, con conexión a internet y muy pronto tendremos en el mercado el modelo Poltergeist con el cual podremos ser abducidos como la niña de la película.
La era del ordenador PC, me pilló con una edad incómoda, ¡con lo bien que trabajaba como amanuense o copista!, tuve que adaptarme, por cojones, a trabajar con aquel artilugio parte televisor, parte máquina de escribir, parte calculadora, medio aprender sus programas y echar para adelante.  Con el tiempo he de reconocer que el artilugio no es tan malo, me ayuda a llevar mis cuentas, a escribir mis cuentos y es una hemeroteca amplísima y bastante útil, aunque hay que ir con cuidado pues como todo el mundo puede acceder y se hace imposible revisar tantísimas entradas, te encuentras con alguna barbaridad que otra.
Ahora me toca luchar con mi flamante Smatphone, mis hijos están encantados y se han puesto manos a la obra en abrirme todo tipo de cuentas, con las cuales evidentemente no sabré que hacer. ¡Ya tengo “guasa”!, pero no sé cómo va, ellos me dicen que es un invento genial ya que es gratis, ¡y una mierda!, pago religiosamente mi cuota a telefónica con iva y todo para disponer de todos los servicios y no es barata precisamente, si tengo por contrato llamadas ilimitadas y SMS (Son Mensajes Silenciosos) también ilimitados, para que narices necesito el “guasa”; para decir a un grupo de amiguetes que estoy en un acogedor restaurante, al pie del nacimiento del rio Cuervo, degustando al lado de una chimenea un excelente morteruelo y un choricito de ciervo asado con un vinito de cuerpo contundente; no me gusta poner los dientes largos, ni que me los pongan, prefiero llevarme unas muestras y compartirlas cara a cara comentando aventuras y echando unas risas.
Espero no caer como la mayoría en el autismo y la total dependencia del artilugio, por favor seguid llamándome, mi número sigue siendo el mismo y yo también, no dejéis de utilizar la guasa con migo, pero el “guasa” dejarlo para más adelante. Me he renovado y he tenido que sucumbir como casi todo el personal.

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