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domingo, 9 de marzo de 2014

SALDO DUDOSO


Acabo de llegar a casa, después de una mañana de trabajo fructífera y llena de altibajos. Hemos comido por comodidad en el bar, después de ordenar un poquito, cargar neveras, limpiar, etc…, nos dirigimos al “centro de salud” donde tenemos ingresado al abuelo. Hacía dos semanas que no me pasaba, ya se sabe, las prioridades del negocio; lo he encontrado desmejorado, sabemos que por su forma de ser no hemos sabido encontrar una mejor solución que tenerlo “controlado” en un centro de estos que no tienen precio, pero he salido dubitativo y acongojado de la visita. Mi primera decisión ha sido quedar sin excusas para que mañana a mediodía pase a maquearlo y someterlo a una sesión de afeitado, ahora que lo pienso, no sé si será una decisión muy acertada con mis actuales dedos de goma, no por su elasticidad sino por su flacidez y mi pulso de aprendiz de Párkinson, que me obliga a no llenar en demasía los cortados y café con leche que sirvo, pero me he sentido obligado por hacer algo más por ese hombre, viejo y tozudo, que se está consumiendo por momentos.
No sé si la inversión que actualmente estoy llevando en mi vida es  acertada, me estoy centrando demasiado en mi nuevo proyecto y estoy descuidando mi entorno más inmediato, estoy muy limitado y debo tomar decisiones, decisiones que me obligan a priorizar la atención en un saco, descuidando el que tiene un mayor valor, que contiene la familia, los colegas…, no llego a todo, eso confirma que no soy Dios y me hace dudar sobre mi autoevaluación como tipo divino. Estoy en un gran dilema que me lleva a pensar si mi modus vivendi  finalmente conseguirá un final feliz, el del abuelo no parece llevar buen camino, las inversiones egocéntricas siempre acaban teniendo un saldo dudoso. Vivir lo que nos espera no es nada agradable.

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