Erase
una vez hace algunos años, pongamos siete, un burro incompetente decidió
comprar un magnífico libro sin saber muy bien para qué pero con el fin de siempre,
que fuera una jugosa inversión. Dejó el
libro en manos de su bibliotecario, la típica rata de biblioteca servil y
sumisa que al ver tal ejemplar pensó, este libro encuadernado con tapas de fino
cuero y este lomo repleto de nervios y grabado a fuego con folias de oro
requerirá de un cuidado especial, como siempre lo consultó con el burro y este
le espetó, fórralo con papel de periódico que será menos costoso, la rata como
siempre sin pensar obedeció al burro y procedió a forrar el libro con las hojas
de su periódico favorito “La Gaceta”, una vez finalizada la operación y sin
comprobar si el libro contenía en su interior, con un simple ojeo, alguna
polilla que pudiera hacer de las suyas coloco el libro en la amplia y
desordenada biblioteca junto a otros ejemplares más o menos deslucidos, las
polillas que por allí campaban se sintieron inmediatamente atraídas por un
ejemplar con hojas de papel de calidad superior con un alto gramaje e impreso
con muy buenas tintas e iniciaron su festín.
Con el
paso de los años el burro decidió revisar su biblioteca para ver que
rendimiento económico podía sacarle, al comprobar el estado de los libros sobre
todo de aquel en el que tantas esperanzas tenía puestas y ver que las polillas
se habían zampado el índice, el prólogo y el epílogo, el burro decidió echar a
la rata con un saco de pipas y que buscara otro burro que lo alimentara. Haciendo
gala de su pertinaz incompetencia nombró como nuevo director de biblioteca al
escudero fiel del director cesado, otra rata de biblioteca más servil y sumisa
si cabe que su antecesor, este solicitó al burro poder contratar a un ayudante
y el burro siguiendo su línea accedió siempre que saliera baratito y barato,
barato solo encontraron a una garrapata que no tenía ni idea de libros, ni
encuadernaciones, que además era disléxica pero eso sí chupar la sangre la
chupaba de maravilla y con el burro se entendían muy bien pues hablaban la
misma lengua. “Alea jacta est” efectivamente la suerte estaba echada, la
biblioteca se hacía polvo y del magnífico libro solo quedaba, que no es poco,
el relato, pero claro había que leerlo y lo más bonito interpretarlo, el burro
era inglés y el libro estaba escrito en un lucidísimo castellano, entonces el
burro recordó la magnífica encuadernación del libro y ordenó al nuevo director
que quitara el forro amarillento de “La Gaceta” y el director delegó en la
garrapata y la garrapata en uno de sus habituales impulsos rasgó el forro con
sus afilados incisivos y sesgó irremediablemente el ya reseco cuero de las otrora
bellísimas tapas, al enterarse el burro montó en cólera y tiró la toalla. Ahora
el libro espera en una librería de viejo a que algún ser culto e inteligente,
en claro proceso de extinción, lo recupere y disfrute de su contenido.
Moraleja:
El que
es burro es burro en cualquier tierra, ya sea española o de Inglaterra, ya sea
rata o garrapata. Por cierto el burro se llama Reed Brute Incult, pero como no
le gustan las letras atiende solo por las iniciales.
Dudo mucho que aparezca el ser culto que sepa apreciar el valor de ese libro ya tan deteriorado. Estoy perdiendo la esperanza, pero gracias por la moraleja.
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