Cuando
murió de forma prematura e inesperada mi hembra de pastor alemán “Flama” me
negué en redondo a iniciar otro proceso de complicidad con el reino animal,
tenía muy claros mis motivos estaba tremendamente dolido y tenía clarísimo que
la perrita de mis suegros “Linda”, un mestizo de Chou-chou, acabaría recalando
en nuestra casa debido al fallecimiento de mi suegra y a la decadencia física y
moral de mi suegro.
Como en
toda familia bien estructurada, el cabeza de familia solo sirve para recibir
pescozones de ahí lo de cabeza, mi opinión fue vilmente ignorada y a los pocos
meses me tocó ir a recoger una cachorrita de pastor alemán que atiende, es un
decir, al nombre de “India”, por supuesto que entre medias mis previsiones se
cumplieron y ya estaba en casa felizmente instalada la querida “Linda”, el
choque generacional y la deteriorada salud de la abuelita “Linda” fue
determinante para que tomara posesión de la habitación de matrimonio dejando el
resto de la casa para para hiperactiva “India”. A pesar de la incipiente ceguera
y creciente torpeza de movimientos de la abuelita, ni nos planteamos un
sacrificio, son muchos los vínculos afectivos y aun es aceptable su calidad de
vida, en cuanto al cachorro que ya supera el año de edad y convivencia está
en pleno apogeo de energía, travesuras y cabezonería, lo más curioso es que
cuando hay dudas en el turno de bajar a pasear a los perros, todas las miradas
se dirigen al cabeza de familia, puestas así las cosas ¡como no voy a querer a
todos los animales que tengo en casa!.
Son
muchas las vivencias que surgen sobre la calidad afectiva de los perros la de “Ciccio”
es la última, también surgen noticias de perros agresivos y adiestrados para la
guerra, pero la culpa no es suya, hay animales “superiores”.
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