Acabó
Noviembre de 2013, el mes más desconcertante de mi vida. Inicio un nuevo
proyecto y a los dos días se derrumba mi mente, diez días aislado para ordenar
mi cabeza, una recuperación lenta pero segura.
El mayor
percance de mi vida que me lleva a infravalorarme hasta el auto desprecio, a la
vez la confirmación de que tengo una mujer y unos hijos insuperables, que lejos
de desmontarse, como yo, han cogido el toro por los cuernos y han tirado para adelante
con el negocio apoyándome a la vez con infinito cariño, ¡que orgulloso me
siento de ellos! y de toda mi familia, mis compañeros y amigos, que están
continuamente a mi lado. Era consciente antes del percance que estaba rodeado
de muy buena gente, pero ahora confirmo cuanto me aprecian, esta es la mejor
medicina, la que me está empujando a volver del abismo.Voy a seguir luchando por todos, también por mí, no puedo agradecer tanto apoyo, pues un agradecimiento es una ínfima muestra de afecto para este abrumador bálsamo de querencia, solo puedo compensaros tratando de ser mejor de lo que era. Durante los diez días que pasé en el “nido del cuco”, escribí de puño y letra los sentimientos que despertaba mi dolencia, cuando los repaso compruebo que son duros y demasiado íntimos para compartirlos, puede que cuando pase un tiempo los pula y os cuente esa vivencia de claroscuros, pues dentro de las sombras también se encuentran rayos de luz que te indican nuevos y mejores caminos. Preparémonos para Diciembre, mes festivo y familiar por excelencia y en la medida de lo posible compartamos sobre todo felicidad.
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