Me levanto
y hace un día precioso, cae una fina lluvia que solo moja las cuencas de los ríos
y las tierras que alojan plantas sedientas, por donde paseo un tímido sol
calienta mi cuerpo de un frío soportable, todo el mundo sonríe y me saluda efusivamente
pero con una educación exquisita. En el transporte público nadie duda en ceder
el asiento a los ancianos y necesitados. Los edificios públicos son totalmente
accesibles, los políticos ya no existen, la gente habla y es escuchada hay
discrepancias pero no discusiones, se llega a alcanzar consensos lógicos, todo
el mundo parece feliz. ¡Qué raro! pero ¡ah, ya caigo! es 28 de Diciembre, día
de los Santos Inocentes.
¡¡¡Seré
bobo!!!
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