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domingo, 8 de diciembre de 2013

LA FALTA DE LIDER


La muerte de Nelson Mandela lo asciende a los altares de las personas históricas a considerar, compartirá lugar en la crónica mundial junto a Gandhi o Martin Luther King, con la diferencia de que el viejo Nelson muere sin ser asesinado y a los 95 años, dejando un patrimonio económico importante por el cual se pelearán como hienas sus herederos, ¡qué malas son las herencias crematísticas!. La muerte de Mandela refleja la lucha por una causa justa y su relativo triunfo, supo liderar y movilizar a sus múltiples partidarios hasta conseguir un objetivo que le pareció satisfactorio, queda mucho por hacer, pero falta un líder que mueva y se apoye en la multitud de gente que necesita ser guiada y motivada.
Otra opción es la que vivo actualmente en mi nueva labor, pensé actuar como líder pero las circunstancias me han llevado a trabajar en equipo. Es sorprendente comprobar la fuerza de un equipo entregado, la firmeza y la convicción en nuestra labor, las discusiones enriquecedoras dirigidas a mejorar, la coordinación que pretende ser perfecta —aquí hay que mejorar— pero seguro que mejoraremos, la selección de clientes, queremos clientes buenos a la vez que buenos clientes. La mayor satisfacción es la felicitación espontanea del cliente, por los callos, las albóndigas, las migas… la incitación a que abramos los domingos, lo haremos cuando estemos preparados, pero también hay que descansar. La idea principal es ofrecer un buen servicio, es la fórmula más coherente para conseguir algún beneficio. La ilusión es agotadora, pero compensa el que también sea satisfactoria.
Concluyendo, el líder no es imprescindible, apoyarse los unos en los otros empujando en la misma dirección mueve lo inamovible, pero no hay que olvidar los ingredientes principales, ilusión, constancia y ante todo honradez.

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