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jueves, 7 de marzo de 2013

QUE ME DEN MORCILLA


Me acojo a la acepción gastronómica, en cuestión de acepciones la lengua española va sobrada, bien lo ilustra Pérez Reverte en “una tesis doctoral sobre la palabra cojones” ante el dar morcilla ocurre algo similar y las múltiples variedades del manjar hace aún más redundante la palabra que lo define.
Sangre, arroz, una tripa y un hilo, MORCIIIILLA
España es rica en morcillas, de gran fama la de Burgos que elaboran magníficamente en Briviesca, Aranda, Sotopalacios, Villadiego…, en Aragón también manejan buenas morcillas de arroz, pero son otra cosa, en Cataluña son suaves, embutidas con cebolla y piñones, pero para suavidad y excelso sabor yo me quedo con la que bordan en la guipuzcoana localidad de Beasain, con su toque de puerro, con su recuerdo ya salivo; Asturias las potencia ahumándolas siendo de principal ayuda para la elaboración de la sublime fabada, la vecina León reduce el ahumado, gustan más de consumirlas frescas y fritas, en la vieja Castilla se comen curadas o se mezclan con tocino miga de pan o harina consiguiendo el exquisito farinato, en la palentina Villada se prescinde de la tripa rehogando directamente el condumio y retomando las mezclas, es muy rica la morcilla patatera que como su nombre indica incluye en su elaboración patata cocida y como no, siendo su origen extremeño, el insuperable pimentón de la Vera, ya en Andalucía podemos saborear múltiples contrastes, que si Jaén, Granada, Málaga, para mí nada como unas que compré en el mercado de Baena (Córdoba), lástima que me pille tan lejos, ¡cómo las añoro!, en la zona de levante reinan las especias que si bien surten de matices a veces son demasiado recargadas para mi gusto, a buen seguro que alguna se me queda en la orza. A todo lo expuesto hay que añadir las diferentes posibilidades de preparación frescas, curadas, cocidas, fritas, revueltas… y que las diferentes variedades suelen ser dulces o picantes, que son suculentas por si solas pero que casan con gran cantidad de alimentos ofreciendo infinitas combinaciones, una simple pero sabrosa es vaciar la tripa sobre una sartén a fuego medio y romper encima un huevo revolviendo hasta que mezcle y sin que acabe de cuajar, no dejar enfriar y a untar pan, fácil y suculento.
Por tanto me declaro dispuesto a que en lo que me quede de vida, me den morcilla con frecuencia, acepto sugerencias y muestras para degustar.

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