En el
mundo de la alta competición deportiva es complicado encontrarse con el equilibrio
idóneo que compagine excelente rendimiento deportivo con impecable
comportamiento humano, este es el caso de Juan Carlos Valerón, el pasado sábado
decidió cerrar su etapa como futbolista de élite con el amargo sabor de la
derrota, una derrota que lleva al descenso a segunda a su Deportivo de la
Coruña.
Valerón
puede irse tranquilo, la buena gente tiene esa ventaja, puede que con el tiempo
seamos pocos quienes recordemos a este canario, fino estilista, luchador
infatigable y honrado profesional, su gran virtud es que nunca luchó por ser el
protagonista, se va sin espectáculos, con el reconocimiento justo, que es
totalmente injusto, pues es este tipo de jugadores quienes tienen que ser ejemplo para los chavales, pero hay tan pocos; a bote pronto me vienen a la
memoria “el brujo Quini”, su hermano Jesús, portero del Sporting que perdió la
vida en el mar tratando de salvar a dos niños que se ahogaban, ¡qué familia con
fundamento!, Andrés Iniesta, el más mediático sin quererlo, seguro que hay
alguien más, pocos, si la lista fuera de golfetes y descerebrados a los que
les ríen las gracias convirtiendolos en efímeros famosillos faltaría espacio, pero las cosas están montadas de esta
manera.
Juan Carlos,
que te vaya bonito, si llego a viejo seguiré reivindicándote en las tertulias
futboleras, ¿os acordáis de Valerón?, que pedazo de jugador y que gran persona, me lo pasaré pipa ejerciendo de abuelo cebolleta.
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