Palpo
poco ambiente, no me gusta, la culpa se la llevará como siempre la crisis,
mentira, la culpa la tienen los excesos, una verbena ya no es motivo de fiesta
especial, hoy se vive la fiesta demasiado a menudo, como todo, se ha
mercantilizado, lo popular ahora es cutre.
Me
introduzco en el siglo pasado, década de los 60, ¡que viejo parezco, que
antiguo soy!, verano, ciudad de Barcelona, se celebran las verbenas no solo de
San Juan, como hoy, también las de San Pedro y Sant Jaume (Santiago) se disfrutaban con tronío,
ahora ya nadie las tiene en cuenta excepto aquellos que celebren su onomástica
y algunos ni así. La ciudad parecía la Roma de Nerón en la película Quo Vadis,
desde cualquier terrado de la parte alta de la ciudad enfundándote una túnica,
blandiendo una lira y tocado con unas ramas de laurel podías sentirte como el majadero
emperador romano, hoy nos gobiernan dementes peores que nos prohíben encender
fuego; en cada cruce de calles de cada barrio ardía poderosamente una hoguera,
hogueras que competían por ser las más altas, las más duraderas, hogueras que
se nutrían de trapos, paquetes de diarios o revistas, maderas y muebles viejos que parecían no
agotarse jamás gracias al esfuerzo acumulativo—hoy le llamaríamos síndrome de
Diógenes—que durante los días anteriores niños y no tan niños nos trabajábamos
con tremenda ilusión, petardos que con su estruendo divertían y molestaban por
igual, no solo durante las verbenas, durante varias semanas anteriores y
posteriores a la fiesta, fuegos artificiales, estos protagonistas solo las
noches de verbena, merienda-cena, cocas, bebidas, champán—entonces no se sabía
del cava, en realidad se descorchaba vino espumoso con tapón de plástico y denominación
champán— todo puesto en largas mesas montadas en las calles por los vecinos,
cada cual sacaba lo que podía y se llenaba la tripa más de lo que podía, sin
reproches, alguna bronca por el inefable niño cabrón, por el vino peleón, nada
grave, nada que el baile organizado gracias a la presencia de alguna radio,
tocadiscos o conjunto musical de algún “envelat” cercano no pudiera suavizar;
con el fin de fiesta, al amanecer, se cargaban las toallas, flotadores, pelotas
de goma, bocatas sobrantes, alguna neverita portátil y a la playa, en tranvía,
autobús, tren o “600”, según año y posibilidades, el parné era tan escaso o más
que en la actualidad, la ilusión infinitamente superior.
La
playa podía ser la de la Barceloneta, la más cercana, con sus abarrotados baños
de San Sebastián, también Castelldefels era destino concurrido, el año 2010 la
verbena fue trágica en esta localidad, por eso prefiero recordar la década de
1960 en la playa de Sant Antoni de Calonge, despuntando el alba, inolvidable
partidillo de futbol contra un grupo de ingleses borrachos a los que vencimos
gracias al sistema de juego de la época, la furia española, los ingleses no
notaban las duras patadas gracias a estar alcohólicamente semianestesiados, de esta
manera conseguimos vencer a la pérfida Albión reivindicando ¡Gibraltar Español!,
hoy nuestros jóvenes, gracias al eficaz sistema educativo, no saben ni donde
está Gibraltar, pero si son capaces de emborracharse antes de divertirse, en
lugar de hacerlo mientras se divierten y de este modo dejan sus vidas en la
estación de ferrocarril de Castelldefels antes de iniciar la fiesta ¿será también
la crisis de la culpable de esta situación?
Otro
modo que entonces los catalanes teníamos
de pasar la verbena y con gran
aceptación por cierto, era en la plaza
de toros con un espectáculo cómico-taurino para todos los públicos, con banda de empastre, charlotada, el bombero
torero y su cuadrilla de enanos vestidos de luces revolcados una y otra vez por
una vaquilla resabiada, ¡una risa por todo el tendido!, una forma de disfrutar libremente,
ahora nos prohíben y prohíben y solo recibimos cornadas. Mi memoria histórica
es selectiva, prefiere recordar los momentos agradables, me voy a elaborar la coca de
chicharrones, pondré el cava en la nevera y disfrutaré por la tele de una
selección Española de fútbol que dejando atrás la furia española esgrimida en Calonge,
hoy nos embelesa con su tiki-taka, por suerte no todo va a peor.
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