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viernes, 14 de junio de 2013

MI RETRETE ES PARA CAGARSE


Ayer disfruté de un momento mágico desde el retrete de mi casa, entre los meses de Junio y Agosto el ayuntamiento de Barcelona tiene a bien regalar a los ciudadanos con una serie de conciertos vespertinos que se celebran en los diferentes parques públicos de la ciudad, ayer tocó en el parque de la Guineueta.
Tengo el privilegio de vivir justo frente al parque, el piso en la novena planta es totalmente exterior y las habitaciones de los vástagos dan justo frente a la glorieta, que al ser rectangular y descubierta es más bien un estrado, donde se sitúan los músicos, si bien visualmente son las estancias mejor ubicadas hay que reconocer que donde la acústica es insuperable es en el retrete, de este modo procedí a las ocho en punto a abrir la ventana de par en par, cerrar la tapa del amigo Roca y sentarme en tan habitual trono para disfrutar de una hora colmada de concierto de banda, escuchando entre otras las siguientes piezas del programa:
Rosamunda, obertura, Franz Schubert
Suite arábiga, Rafael Talens
Marxa catalana, Joan Lamote De Grignon
El niño judío, selección, Pablo Luna
La del Manojo de Rosas, selección, Pablo Sorozábal

Coincidiréis conmigo que el escusado es la pieza más íntima y apacible de la casa, en mi caso además goza de una acústica que ya quisieran para sí algunos auditorios, siempre he tenido en mente instalar en dicha estancia un buen reproductor musical, revistero y mueble bar, ayer el concierto de banda confirmó que mi idea no es nada descabellada, claro que los instrumentos eran totalmente adecuados, una banda utiliza primordialmente percusión, viento madera y viento metal, al sentarse a diario en la sufrida taza es habitual hacer “música”, en este caso de viento pandero, que produce un sonido de clara percusión en solitario o encadenada,  dependiendo del aire intestinal y del arte del pedorrero. Definitivamente corroboro que en casa tengo un retrete que lejos de ser una mierda, es para cagarse.



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