Mi padre
horneaba pan en su Ferreira granadina, mis abuelos maternos eran propietarios
de sendas casas de comidas en la ciudad de Barcelona; la abuela Olimpia,
gallega ella, tenía el establecimiento en la calle Robador, en pleno “rovell de
l’ou”, meollo del barrio chino barcelonés, el abuelo José, de ascendencia
andorrana, en su local de la calle León, llenaba los estómagos entre otros
habituales de los músicos y clientes del cercano y emblemático baile “La Paloma”.
Por avatares de la vida no mamé de ninguno de estos negocios ya extintos, pero es indudable
que por mis venas corre sangre de abolengos restauradores y mi conciencia goza
de un potente fundamento, que se inclina hacia el negocio de la alimentación.
Pensando
en qué poder hacer, tras 25 años largos dedicados a la venta de publicidad, que
no es más que la venta de ilusión, de humo, de algo insustancial, labor que
actualmente no me satisface, pero de la que jamás renegaré pues me ha permitido
vivir y sobre todo me ha enriquecido enormemente la creatividad, me veo en la
necesidad de iniciar una nueva actividad; tengo que seguir vendiendo, en esta
vida todo es compra/venta, tristemente la rentabilidad se está comiendo la
calidad y lo que es peor, la honradez, necesito iniciar una actividad que me
permita vivir plenamente, necesito ser feliz con mi trabajo e intentar hacer
felices a todos los que confíen en mi labor, solo encuentro un camino, volver a
los orígenes, dar de comer y beber con un trato amable y cercano, escuchando a los
parroquianos, que palabra más acertada, no quiero clientes, quiero gentes
satisfechas que me orienten, que opinen en confianza sobre mi labor y me ayuden
a mejorar para que todos nos encontremos cada vez más a gusto. Me siento capaz,
desde la humildad, de ofrecer un buen servicio, pongo manos a la obra sin prisa
pero sin pausa, espero que la administración y los proveedores no trunque mis ilusiones y que
llegue el momento en que pueda ofreceros viandas simples, ricas, tradicionales,
con algún toque especial de este loco que suscribe, que de personalidad al
futuro negocio, es la única nota negativa, tiene que ser un negocio.
Como
vuelvo a los orígenes, estoy obligado a que mi trabajo sea original, me pongo
en ello.