La imagen
personal es algo de vital importancia, según épocas, culturas o estatus social,
el cuidado en tener una buena presencia puede ser tristemente tan importante o
más que la propia calidad de la persona, un regalo bien envuelto despierta ilusión
aunque en muchas ocasiones cuando se descubre su contenido quedamos
injustamente defraudados, digo injustamente ya que un regalo es un regalo. No ocurre
lo mismo en cuanto a las expectativas creadas por una persona, cuantas veces
nos dan gato por liebre, es por ello que aconsejo ser comedido en cuanto a la
presentación y si es posible informarse previamente de ante quien y para qué
tienes que presentarte, con el fin de afinar tu aspecto.
Aunque
el protocolo se ha relajado notablemente, hay que seguir guardando ciertas
formas, a no ser que nuestra intención sea librarnos definitivamente de futuros
encuentros dentro de ambientes en los que nos sentimos incomodos. Acudir hoy en
día a una cena de casa bien con esmoquin puede ser algo excesivo, por muy anglófilos
que sean nuestros anfitriones, al igual que hacerlo con bermudas, chanclas y
camiseta imperio en el caso de que estos se las den de progres; la indumentaria
básica sería un calzado de piel preferentemente negro u oscuro, calcetín a
juego o siempre negro, pantalón largo, preferentemente oscuro y camisa lisa,
sin bolsillo y de manga larga, que ocasionalmente se podrá remangar de forma ordenada
hasta la mitad del antebrazo, si conviene podemos rematar el atuendo con una
americana bien combinada; para la mujer,
la mujer amigos míos es un mundo aparte, la mujer siempre debe estar esplendida
para un caballero, se ponga lo que se ponga, de igual modo que siempre será
criticada por sus maliciosas congéneres.
Otro
punto controvertido en la indumentaria son los complementos, dentro de los
complementos incluyo las marcas y es aquí donde me voy a explayar pues
considero que deberíamos prescindir de forma rotunda de semejante tomadura de
pelo; considero absurdo que el precio de una prenda aumente considerablemente
por el hecho de hacerles publicidad, lucir de forma inapelable la marca
comercial de una ropa, debería estar bonificado y no gravado en el precio, este
timo inaceptable hace que en mi armario todas las prendas de vestir sean asépticas
en cuanto a marcas visibles y si hay alguna con cocodrilos, laureles,
caballeros jugando al polo o participando en alguna justa, banderitas
tricolores e iniciales que no sean las propias, es debido a que son fruto de un
obsequio, me niego a pagar por promocionar, aunque temo que si me vieran en
todo mi orondo esplendor luciendo ciertas marcas, pasarían a pagarme para que
siga manteniéndome en mi actual postura, puede que enviándoles ciertas fotos o haciéndolas
correr por la red, consiga aportarme algún beneficio; lo mismo ocurre con la “ecológica”
moda de cobrar las bolsas en las tiendas de alimentación, si me la cobras, véndemela
sin la serigrafía de tu marca comercial o ¿es que la tinta no daña al medio
ambiente?, de nuevo volvemos a pagar por hacer promoción, ¡qué cara dura!.
Aconsejo
que no nos obsesionemos con la imagen, aunque siempre fue importante y
significativa, pues cuando los atuendos eran escasos o en ciertas tribus que como
mucho lucen taparrabos y llevan el cocodrilo colgado de un palo entre varios, también
transforman su apariencia con pinturas y abalorios que adornan su figura dándoles
la apariencia que les conviene en cada ocasión, guerra o fiesta. Mostrémonos
como somos, dentro de un orden, de este modo nos ahorraremos futuros sinsabores
que nos ahorrarán soltar lastre, o en consecuencia, que seamos arrojados por la
borda de alguna desacertada compañía.
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