La Supercopa
de Europa sí que moló mazo, alternativas, intensidad, emoción y lo mejor, ver
la cara de tonto que se le quedó al empecinado técnico del Chelsea que ya tenía
la miel en los labios y finalmente se comió una mierda y van… y las que le
quedan, puede que sea por eso que cada vez está más amargado.
Insiste
el tío con las mismas excusas de niño tonto o desaplicado, que si el profe (en
este caso la UEFA) me tiene manía, que si tengo que entrenar para jugar con 10.
Pero será memo, tiene que dar gracias de no quedarse con 9 o con 8, a fútbol se
juega golpeando con el pie el balón, no las piernas del rival, si se dedicara a
entrenar a sus equipos dentro de estos sencillos parámetros y no en afinar la
puntería sobre las piernas del contrario, además sin ningún tipo de disimulo,
posiblemente conseguiría terminar los partidos contra grandes equipos, que
bordan el fútbol, con 11 jugadores; claro que para ser buen entrenador de fútbol
hay que saber de fútbol, si no sabes, como es el caso del portugués, tienes que
limitarte a destruir el fútbol y esperar, como en la fábula del burro flautista,
que algún día suene la flauta o que tus jugadores hartos de tanta estupidez y
mala leche, pasen de ordenes sin sentido y vayan por libre poniéndose a jugar a
fútbol, pese a correr el riesgo de ser postergado y no volver a jugar hasta la
llegada de un nuevo entrenador.
Librarse
de este tipo es bien sencillo, que lo sancione el “profe” a perpetuidad, pero se crearía un mártir que aunque solo
tendría un adorador, él mismo, permitiría al fútbol librarse de estos cansinos
episodios, en el fondo ya está bien no hacerle mucho caso y disfrutar de su
podredumbre en pequeñas dosis como la de ayer, viendo como rabia este ruin
empecinado.
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