Pasan los años, pasa la vida y parece que fue
ayer, nada cambia, todo se repite, no se aprende, muerte de los simples para
satisfacer a los complicados, los más retorcidos ni mueren, ni se lamentan, ni
tan solo disimulan, se frotan las manos preparados para aumentar su
enriquecimiento. Surge una noticia que debería sorprenderme, pero que no me
sorprende, ¨Islamistas
atacan la Biblioteca de Alejandría¨, un centro de cultura se convierte en
objetivo principal de una revuelta, dejan claro cuáles son sus intereses, sus
principales metas, es difícil dominar a quien es capaz de tener capacidad de
pensar, de recopilar información y concebir opinión propia, hay que acabar con
la docencia para fomentar la indecencia.
Se hace imposible el remedio global, es por
ello que se fomenta la globalización, me queda la esperanza de constatar que
sigo siendo un individuo, tengo que pasar desapercibido, seguir dando la
espalda a la ambición, solo hay un problema, cada vez me divierte menos ver
como demarran los se creen poderosos, comprobar cuan insaciables son y aunque algunos
su egoísmo les impide hasta procrear, por desgracia siempre hay esbirros
dispuestos a disfrutar de la herencia, aumentan mis náuseas y yo sin apetito
pierdo mucho. ¿Para cuando una revolución capaz de disparar tan solo cultura y
pensamiento?, munición inocua, también inútil dada la escasez de receptores fértiles;
tener, acaparar, ambicionar, pérdida de tiempo que se hace patente al final,
que los muertos no lo cuenten no quiere decir que seamos incapaces de constatarlo, no somos nadie, nos decimos al ver al finado de cuerpo presente,
pálido, inerte, ¡gran mentira, si somos alguien!, pero no nos podemos llevar
nada, ¿cuándo aprenderemos?, los egipcios deberían ser los primeros, los
grandes tesoros que permanecieron en las tumbas, piramidales o no, reafirman que
un cadáver solo puede disfrutar de paz, que no es poco.
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