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lunes, 29 de octubre de 2012

CONTROLAR EL SEXO, LA ETERNA OBSESION


Como consecuencia del crimen de El Salobral el gobierno se plantea subir la edad para el consentimiento de relaciones sexuales, desde que el mundo es mundo el sexo es imprescindible para su subsistencia y supervivencia, esto conlleva la permanente  obsesión para su control desde la moral, las religiones, la legislación… consiguiendo pervertir y criminalizar algo tan natural  como irreprimible.
Las actuales sociedades “civilizadas” parece que ven el sexo como un acto que obligatoriamente se tiene que delimitar dentro de unos cánones preestablecidos, condenando, pero a menudo utilizando la prostitución, la homosexualidad, la masturbación y  otras múltiples prácticas que no menciono para no dañar el puritanismo de quien lo ejerza, esta doble moral no es nueva ya que tenemos constancia de que ciertas prácticas sexuales no solo se ejecutaban si no que eran mucho más toleradas en antiguas civilizaciones, la diferencia es que en la actualidad se estigmatiza con mayor descaro.
El sexo es como la nutrición un acto vital para nuestro desarrollo, pero como todo habito tenemos que aprender a racionalizarlo, es harto complicado ya que como bien describe un monje budista el sexo es como beber agua salada, cuanta más bebes más sed tienes. Por tanto tratar de regularlo es condenarse al fracaso, pienso que hay dos normas imprescindibles para la sana y agradable práctica sexual, la primera  mejor que consentir compartir, cuando se consiente es habitual vencer una inicial resistencia, sin embargo cuando se comparte todas las partes dan y reciben desinteresadamente lo que tienen y la segunda aplicar el sentido común, si se carece de él no hay nada que hacer, no hay forma de control personal en este caso hasta la masturbación resulta arriesgada, y si hablamos de varias personas reunidas sin sentido común el desastre está asegurado pero la responsabilidad jamás se debe de imputar al resto de la sociedad, así como el resto de la sociedad jamás debe de juzgar comportamientos por lo general  íntimos y digo por lo general porque parece que la tendencia al exhibicionismo está en alza, no es una práctica que particularmente  me atraiga pero tiene la ventaja de que es fácil de evitar, con no mirar listo.
Así pues y ante el riesgo de ser considerado un sátiro libertino, no encuentro que la regulación del sexo sea posible, en todo caso se puede plantear la regulación del negocio sexual abiertamente y sin tapujos, invitando a los múltiples recatados que en realidad son grandes lujuriosos a desinhibirse y mostrarse con naturalidad y sin prejuicios, condenando lo único realmente condenable en el sexo y en la convivencia, la violación.

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