Como
consecuencia del crimen de El Salobral el gobierno se plantea subir la
edad para el consentimiento de relaciones sexuales, desde que el mundo es mundo
el sexo es imprescindible para su subsistencia y supervivencia, esto conlleva
la permanente obsesión para su control
desde la moral, las religiones, la legislación… consiguiendo pervertir y
criminalizar algo tan natural como
irreprimible.
Las actuales
sociedades “civilizadas” parece que ven el sexo como un acto que
obligatoriamente se tiene que delimitar dentro de unos cánones preestablecidos,
condenando, pero a menudo utilizando la prostitución, la homosexualidad, la
masturbación y otras múltiples prácticas
que no menciono para no dañar el puritanismo de quien lo ejerza, esta doble
moral no es nueva ya que tenemos constancia de que ciertas prácticas sexuales
no solo se ejecutaban si no que eran mucho más toleradas en antiguas
civilizaciones, la diferencia es que en la actualidad se estigmatiza con mayor
descaro.
El sexo
es como la nutrición un acto vital para nuestro desarrollo, pero como todo
habito tenemos que aprender a racionalizarlo, es harto complicado ya que como bien
describe un monje budista el sexo es como beber agua salada, cuanta más bebes
más sed tienes. Por tanto tratar de regularlo es condenarse al fracaso, pienso
que hay dos normas imprescindibles para la sana y agradable práctica sexual, la
primera mejor que consentir compartir,
cuando se consiente es habitual vencer una inicial resistencia, sin embargo
cuando se comparte todas las partes dan y reciben desinteresadamente lo que
tienen y la segunda aplicar el sentido común, si se carece de él no hay nada
que hacer, no hay forma de control personal en este caso hasta la masturbación
resulta arriesgada, y si hablamos de varias personas reunidas sin sentido común
el desastre está asegurado pero la responsabilidad jamás se debe de imputar al
resto de la sociedad, así como el resto de la sociedad jamás debe de juzgar
comportamientos por lo general íntimos y
digo por lo general porque parece que la tendencia al exhibicionismo está en
alza, no es una práctica que particularmente me atraiga pero tiene la ventaja de que es fácil de evitar, con no mirar listo.
Así
pues y ante el riesgo de ser considerado un sátiro libertino, no encuentro que
la regulación del sexo sea posible, en todo caso se puede plantear la
regulación del negocio sexual abiertamente y sin tapujos, invitando a los
múltiples recatados que en realidad son grandes lujuriosos a desinhibirse y
mostrarse con naturalidad y sin prejuicios, condenando lo único realmente
condenable en el sexo y en la convivencia, la violación.
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