Artur
Mas no es de izquierdas ni republicano, catalanista tibio, político tahúr o ni
siquiera eso, ejerce de convergente pero su historial demuestra tremendos
fracasos en el arte de convergir, en 2003 y 2006 se quedó fuera del gobierno
por ser lo que es y representar a quien representa perdiendo así 23 años de cómodos manejos, dejando a su amada
Cataluña en manos de cualquiera. A la tercera fue la vencida y accedió a la
presidencia en 2010, sin mayoría absoluta, no por méritos propios si no por
deméritos ajenos consentidos por él o por sus representados, la capacidad de estos
para llevar a cabo una gestión eficaz de gobierno se ha desmoronado rápida pero
no sorprendentemente, deberían plantearse el seguir definiéndose como
convergentes.
No culpo
al engreído Artur de tal fracaso, al fin y al cabo el solo es la figura utilizada para que no se reclame el
“expolio” a las familias cercanas que ya tienen el capital a buen recaudo, seguirá
demostrando ser un excelente guiñol azuzado ¡venga más y más! Mas, es como el
cortito Cristiano Ronaldo de la política catalana se cree guapo, se cree bueno
y seguro que es rico.
Este relato
no pretende ensalzar a la bruja fea, el problema es que estamos huérfanos ya no hay padres de
la patria solo quedan hijos de…, como diría mi admirado Andrés Iniesta “la
verdad es que sí”.
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