Existe
un clamor contra las ejecuciones de desahucio, me sorprende como preocupa una cuestión que es
consecuencia de una mala praxis en la realización de un contrato por ambas
partes. El refranero español es rico y preciso podemos decir que “de aquellos
polvos, vienen estos lodos”, que el prestado “estiró más el brazo que la manga”
y al prestador que “la avaricia rompe el saco”, el ¿quién se iba a imaginar? no
vale ya que “más vale prevenir que curar”.
Buscar y
pedir una solución a un error es lícito y comprensible, pero a un horror es
algo excesivo, favorecería a dos partes que actuaron de forma inconsciente y abusiva
agraviando a quien actúa de forma moderada, no admitiendo contratos de usura y
asumiendo riesgos lógicamente calculados; lo coherente es que “cada palo aguante
su vela”, lamentablemente “quien parte y reparte se lleva la mejor parte” y “quien
busca peligro perece en el”.
Esta convulsión,
tiene que servir para poner las cosas en su sitio, volver a tener los pies en
el suelo y retomar la cultura del esfuerzo para valorar los logros conseguidos,
tengo por seguro que lo que nada cuesta nada vale, pero ya lo sé soy un bicho
raro.
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