En Barcelona
disfrutamos de magníficas obras de arte público gracias a la arquitectura,
sobre todo modernista, el principal protagonista es Antoni Gaudí, que tiene
reconocimiento por parte del ayuntamiento con una plaza frente a su obra
inacabada La Sagrada
Familia y una avenida que curiosamente une la imponente basílica con otra
gran obra del modernismo civil el Hospital de la Santa Creu i
Sant Pau, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner y que forma parte
del catálogo del patrimonio mundial de la UNESCO.
Es una
lástima que bien por desconocimiento, bien por las prisas, esa enorme multitud
de visitantes que admiran la obra de Gaudí, se pierdan darse una vuelta por el
conjunto arquitectónico legado de Domènech i Montaner, tan solo cinco o diez minutos
de paseo por la Avenida de Gaudí separan ambas maravillas, sin embargo la
diferencia de visitantes es abismal. Gaudí es nacido en Reus, Domènech en Barcelona,
pero la ciudad solo le dedica dos callecitas, una pequeñita en el barrio de Gràcia
y otra tan ínfima que ni tiene salida en el periférico Montbau, pero este no es
el peor de los agravios, lo más preocupante es que la dejadez sobre el conjunto
arquitectónico de Sant Pau, se remedia con salpicaduras de obra vulgar que
pretende darle mayor funcionalidad al hospital a costa de deslucir un conjunto
singular, otra de las obras del gran arquitecto barcelonés es el Palau de la Música, aquí son los
corruptos los encargados de deslucir el nombre del edificio, pero lo que no le
podrán quitar jamás es el esplendor a este templo que envuelve el arte musical
de tal modo que es imposible sentirse como entre nubes disfrutando de tanta
belleza, está visto que Domènech no goza del respeto que tanto merece.
Barcelona
tiene mucho que ver, no solo Gaudí, aunque también hay que reconocer que son
mayoría los barceloneses que no han cruzado el umbral de la Sagrada Familia, increíble
pero cierto.
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