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miércoles, 19 de diciembre de 2012

BUSCANDO LA FELICIDAD

Somos engendrados mediante un acto de amor, placentero y feliz, obvio lamentables excepciones provocadas por cafres, pasamos una buena temporadita en el vientre materno y de repente se nos complica la vida, nacemos entre el dolor de la madre y la propia sorpresa, nada más recibir la primera bocanada de aire mundano guantada al canto y a llorar, bienvenido al mundo real, aquí se viene a sufrir y a la que te descuides te la meten. 


Pintura de http://denispintor.blogspot.com.es/
El mundo es muy grande y goza de múltiples estatus sociales, unos que consideramos avanzados y otros primitivos o poco evolucionados, mi percepción es que estos últimos tienden a disfrutar de la felicidad en mayor medida que las sociedades que definimos como primer mundo, cuando la correcta definición debería ser mundo postrero, ya que el progreso y crecimiento social ha iniciado un proceso de mutación del medio que no pinta nada bien. Me estoy dispersando, por lo que me centraré en la sociedad con la que convivo, la del mundo postrero.
Tras el primer golpe recibido en el paritorio, se nos mima durante unos años y cuando ya te estas acostumbrando de nuevo al confort, vuelta a la realidad, comienza tu formación te introducen en un grupo de semejantes y de un modo entre ambiguo y preciso te obligan a competir y sin preguntarte para que, comienzas la competición. Con el paso de los años es posible que llegues a alcanzar una serie de objetivos que en su mayoría ni siquiera te has planteado para que te sirven ni que te aportan, me refiero a tener mejor coche que, mejor casa que, más operaciones estéticas para ser más resultón que, una o varias queridas más jóvenes que; cuando parece que ya lo tienes todo suelen ocurrir dos cosas te entra la desazón por temor a perderlo todo, o continuas insaciable a querer tener más que. Y a todo esto ¿Dónde está la felicidad perdida de aquel bebé, de aquel feto? La tendrá algún Tucano o Yagua amazónico pescando, cazando, fumando pipas de la risa y disfrutando de que aún ningún postrero le ha venido a tocar los cojones, querer más es tener menos pero todos queremos más.

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