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sábado, 8 de diciembre de 2012

LA ASPERA VEJEZ


Cuando se empieza a vivir la vejez y para ello no es necesario llegar a viejo, empiezas a comprobar cuan áspera es la última etapa y aun así nos empeñamos en alargarla, para demostrar no sé qué avance de la humanidad.
Los jóvenes están para vivir y su inercia es no convivir con la vejez, es ley de vida, se consuela el viejo y la mayoría saca la mala leche que aflora con la edad afirmando “los jóvenes piensan que los viejos somos tontos. Los viejos sabemos que los jóvenes lo son” es la puñetera envidia, la añoranza de tiempos ya muy pasados. Cuando comenzamos a madurar no caemos en que atravesamos un umbral sin retorno, que nos acerca de forma apremiante a la que creemos lejana vejez y generalmente obramos sin pensar en las consecuencias, el resumen de este periodo lo definió muy bien Don Miguel Gila “los mayores tienen un futuro, que es su pasado”, la consecuencia de esta magistral frase acaba casi siempre con otra incapaz de cubrirnos “lo importante es que esté bien atendido” ¡qué coño bien atendido!, el abuelo quiere, exige, una atención cercana y personalizada no le sirve cualquiera por muy profesional que sea, ve oscuro su futuro y si se para a analizar su pasado puede caer en la desesperación.
ilustración de http://gabrielsanz.wordpress.com/
Llegar a viejo es cada vez más agobiante, nos empeñamos en alargar la llegada a la estación término pagando peajes carísimos como el párkinson o el alzhéimer que castigan al viejo y contribuyen a acelerar el envejecimiento de quien todavía no debería vivir esa etapa. En una entrevista el genial futbolero Carles Rexach comentaba que su padre decía que era tan importante saber vivir como saber morir y que cumplió con una buena muerte, mis abuelos también disfrutaron de una buena muerte y con esa esperanza vivo.

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