El
pasado domingo se celebró la gala de los Goya, no sé qué opinaría el insigne
artista aragonés sobre la utilización de su imagen para premiar ciertas obras o
representaciones, lo más lamentable es que este evento tiene una repercusión
muy inferior a la que aún conserva la obra del genial pintor que presta, obviamente
sin saberlo, su nombre al acto.
Soy más
de teatro que de cine, pero al vivir en Barcelona se complica mucho la opción
de asistir al teatro por la falta de oferta que me atraiga, claro que yo soy un
rancio que aún vive en el recuerdo de la oferta televisiva de los “estudio 1”
donde se podía disfrutar de las magistrales interpretaciones de actores y
actrices que formarían parte de una lista interminable, como muestra nombraré a
José Mª Rodero, José Bódalo, Agustín González, Paco Rabal, Paco Morán, Manuel
Aleixandre, Adolfo Marsillach, Fernando Fernán- Gómez, Fernando Rey, Charo López,
Lola Gaos, Lola Herrera, Rafaela Aparicio,
las familias Gutiérrez Caba y Goyanes… no sería interminable pero si muy
extenso el nombrar a todos los notables de la interpretación de la época, desde
luego mucho más que ahora, los catalanes son abundantes y muy buenos pero
curiosamente tienen que salir de Cataluña para mostrar toda su valía. Respecto
al cine y siguiendo con mi estilo demodé, reconozco que me cuesta mucho
apoquinar ¡entre 1.000 y 1.500 pesetas! para ver una película en una sala
pequeña, en una pantalla que dejó de ser grande y teniendo que añadir dinero
para refresco y chucherías, recuerdo con nostalgia las matinés de domingo, donde antes de la
proyección de la película se ofrecía un espectáculo generalmente de magia o humor
o las tardes del sábado, donde asistías a una doble sesión en la que tenías que
hacer gala de tus mejores habilidades entre película y película para ir a mear
sin perderte el final o el principio de una de ellas, dada la gran aglomeración
de usuarios del mingitorio durante el breve descanso, vaya tiempos pensareis,
pues sí, me satisface haberlos vivido y me reconforta poder recordarlos.
En cuanto
a “los Goya” poco puedo opinar, seguí la gala a cachitos, no fueron capaces de
engancharme, la conductora Eva María Hernández tiene una gracia limitada, pero
claro vuelvo a pensar en los grandes como Gracita Morales a la que me recuerda
vagamente o gente capaz de mantener tu atención durante casi dos horas actuando
en solitario como Lola Herrera, Juan Echanove, Rafael Alvarez o el irrepetible
y admirado transgresor Pepe Rubianes. En cuanto a los premiados y pese a la
concentración de nominaciones por la lamentable falta de oferta, no me pareció
mal el triunfo de “Blancanieves”, no la he visto por las razones antes
expuestas pero en cuanto me resulte bien de precio como buen catalán la
consumiré con esperanza, me pareció fatal el error cometido en la entrega del
premio a la mejor canción
original, al principio pensé que era un estúpido juego de estos que tanto
se llevan ahora, pero al comprobar que no era así no me quedó otra que
confirmar el momento de mediocridad profesional por el que estamos atravesando;
bien por Maribel Verdú y José Sacristán que están en mi lista de grandes, como también
encuentro adecuado el premio de honor para la trayectoria de Concha Velasco que
aunque no es una de mis actrices favoritas, soy más de Charo López, no puedo
negar que es una gran trabajadora con una evolución muy favorable, lo de Concha
y yo es eso que se llama cuestión de piel. Del paripé de la “cuchipandi” con el
que pretenden engañarnos mostrándolo como algo reivindicativo, es mejor ni
mentarlo, se puede y se debe reivindicar y denunciar con el trabajo duro y
comprometido de cada día que a buen seguro tendría mejor acogida, me remito a
obras como la de mi anterior
entrada, los desmanes puntuales con ji, ji, ji, ja, ja, ja y hasta el año
que viene son tan fútiles como penosos, hay que mejorar y se puede mejorar si
algo nos sobra es arte y creatividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario