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en un estado de gilipollez tremendamente agradable, tendemos a confundir el
amor con el sexo, es un tremendo error pues no existe dependencia ni relación
obligatoria entre ambos para poder ejercer sexo sin amor o amor sin sexo.
El amor
es una necesidad perentoria en nuestra vida que conlleva una gran dificultad de
mantenimiento, nuestro modus vivendi, el egoísmo y el mismísimo sexo nos aboca
hacia una fácil destrucción del amor, es difícil de explicar como algo tan
preciado es tan fácil y frecuentemente destruido, la causa principal de este
continuo error la encuentro en la necedad que induce a la confusión. Amar no es
poseer, ni ceder, el amor no se gana ni se pierde, ni tan siquiera se tiene, el
amor simplemente se vive y se alimenta con más amor; esta vida de continua
competición, de placeres efímeros y continua insatisfacción que nos hemos
creado no es el abono ideal para hacer crecer algo tan lisonjero como el amor,
por tanto no es de extrañar que las obras cumbres que describen el amor
nacieran desde el misticismo de Santa Teresa de Jesús y San Juan
de la Cruz, la propia Iglesia católica encontró obscenos sentimientos tan
bellos como rotundos, que por otra parte dejan abierta la interpretación de sus
versos a la sensibilidad de cada lector, pienso que ambas obras son un perfecto
regalo en el día de San Valentín.
Yo amo,
a veces dudo si amo, pero confirma mi amor mi perenne estado de gilipollez.
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