foto de Santiago Bermudez |
Me han
devuelto el CV que envié al Vaticano para cubrir la vacante de Papa, tenía
mis esperanzas ya que doy el perfil, puesto de perfil mi protuberante panza
está muy acorde con la mayoría de candidatos, en cuanto a formación y
experiencia atesoro largos, en su momento me parecieron interminables, años de
pertenencia a la escolanía del Sagrado Corazón ejerciendo en el coro y como
monaguillo, participando en misas públicas y privadas, algunas a las siete de
la mañana y en latín, figurando a modo de gastador en procesiones portando la Sagrada
Forma o manejando con habilidad el incensario en misas concelebradas,
entonando el rosario durante largas tardes gozando de un público de gran fervor
y edad, aplicándome en novenas, Via Crucis, los amenos ejercicios espirituales
y el intenso mes de mayo dedicado a la Virgen María, todo ello profesado a muy
temprana edad y en su mayor parte durante jornadas festivas con horarios más
que intensivos, extensivos, a todo esto hay que añadir la asistencia a
necesitados y ancianos en diferentes asilos o las jornadas pidiendo limosna
para múltiples causas perentorias.
Mi gozo
en un pozo, soy consciente de que hace ya muchos años que no ejerzo tales
menesteres, que tan solo lo hago puntualmente, seguro que demasiado
puntualmente, pero si hay algo que no sufre evolución ni cambios eso es la
Iglesia por tanto no es problema ponerse al día, por otro lado todos somos
pecadores incluso el resto de candidatos, es más, puede que aquí tenga ventaja,
confieso mi clara tendencia hacia la gula, mi debilidad en cuanto a lujuria, últimamente
más de pensamiento que de obra, una ligera tendencia a la pereza y algún
arrebato de ira, pero estoy exento por completo de avaricia, envidia y soberbia
algo de lo que muchos van sobrados. Resulta que el problema es como siempre la
edad, esta vez no es por exceso sino por defecto, alego que pese a mi
insultante juventud estoy cascadillo y tomo tres pastillitas diarias para
paliar la gota, el colesterol y proteger mi estómago, oculto,
por razones obvias, la que se atisba pronta necesidad de consumir Viagra, pero ha tronado una
divina carcajada seguida de un lapidario comentario, “un Papa toma muchas más drogas”.
Puestas
así las cosas no queda otra que seguir buscando nuevas soluciones laborales,
seguiré ejerciendo de papá y renunciaré a ser Papa, no podré compartir de forma
universal mi imperfecta buena voluntad, siempre queda seguir aportando granitos
de arena, aun a riesgo de que quienes caminan sobre suelos pulidos con zapatos
finos, resbalen con esa arena y se den de bruces contra su indefinible realidad,
que Dios reparta suerte.
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