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viernes, 10 de mayo de 2013

DI STEFANO


El mítico Alfredo Di Stéfano, suelta a sus 86 años la bomba informativa de su intención de desposar con la vistosa y de fácil rima Gina González, de la que afirma sentirse locamente —certero adverbio— enamorado; magnífico y oportuno servicio del veterano y listo presidente de honor del Real Madrid, para distraer la atención de los medios de comunicación hacia su persona y de este modo, aliviar la presión que estos  puedan ejercer sobre los máximos responsables del caos por el que atraviesa su también amado club.
De todos es sabido que el hombre es un ser ¿racional? bicéfalo, con una cabeza grande y dura que luce sobre los hombros y otra de menor tamaño y más variable estado de rigidez, que se yergue, en algunas ocasiones, surgiendo de la entrepierna y siendo ayudado en su lucimiento por un collar generalmente de dos cuentas, a esta cabeza se la denomina académicamente como glande, no confundir con grande, ambas testas suelen perder eficacia con el paso de los años. Esta certeza lleva a los hijos de don Alfredo a querer proteger a su querido papá de la bien conservada Gina, que cándidamente accede, abrumada por el estupendo porte de su enamorado, a dejar de vivir en pecado y legalizar ese mutuo y desinteresado amor, los posibles herederos no comprenden como cinco amorosos vástagos, no son capaces de igualar el afecto con que surte esa mala pécora, seguro que esa es la definición más suave que pasa por sus cabezas, que consigue satisfacer plenamente las necesidades de su progenitor.
Dinero y amor, mala mezcla, vieja mezcla, errónea mezcla, más certera es dinero y placer, pero ambos son tan fugaces. Dejemos que el viejo disfrute.

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