Me
pongo manos a la obra, ordenador, internet, www.agenciatributaria.es, renta
2012, solicito el borrador como cada año y me dicen que no, parece que saben que
estoy en paro y como piensan que tengo todo el tiempo del mundo, este año no me van a
facilitar las cosas, empiezo a temerme lo peor, espero a que llegue el día en
que pueda disponer del programa PADRE, me introduzco en él y empiezo a
acordarme de mi padre, del suyo y de la madre que nos pario, seré un inútil
pero no sé ni por dónde empezar, decido ir a lo cómodo, espero a que se active
la posibilidad de solicitar cita previa para ir a esa casa de todos que es la
delegación de hacienda y que un amable y solícito funcionario me facilite las
cosas.
Día de
la cita, salgo con la consorte por ver si me trae suerte, en realidad que sea
mi consorte es mi mejor suerte, 15 de
Mayo, 11 de la mañana, lugar, Barcelona, calle Gran de Sant Andreu, 196, no
está mal, justo en frente está la taberna “Can Roca” ya hable de ella en mi
entrada “gastronomía
el arte de cada día”, aprovechamos la coyuntura, vamos con antelación y nos
marcamos un ágape como requiere el local que no la ocasión, las penas con pan… mientras
como empiezo a sentirme como un apóstol durante la Santa Cena, no me consta
como se sentían pero por lo leído supongo que inquietos y desconcertados,
acabada la cena, perdón, el almuerzo, pago religiosamente, cruzamos la calle y
nos damos de bruces con nuestra sobrina que está en estado de buena esperanza,
mi estado en ese momento es totalmente contrario, nos anima enseñándonos las
secuencias de la ecografía del renacuajo o renacuaja, ella tiene el deseo que
sea renacuajo, yo me oriento por su cara y por lo pronto apostaría por
renacuaja, de momento las imágenes solo nos desvelan un enorme cabezón,
presagio de inteligencia o tozudez, el abuelo es maño, tanto da, ambas cosas
son positivas pues la tozudez de un maño es noble. Por fin entramos en la
delegación de hacienda, confirmo la cita, recojo el número y a esperar, poco, rápidamente
me asignan funcionario, el 13, maldita sea, lagarto, lagarto, entre más de una
veintena de mesas me asignan el 13, en fin, los papeles sobre la mesa, DNI y
primer apellido, el ordenador me rechaza, el funcionario tiene problemas en
coordinar mis datos, lo tranquilizo diciéndole que precisamente por eso estoy
frente a él, finalmente la informática comienza a fluir, le insto a que opte
por la solución más favorable, menos mal, toda la vida trabajando y siempre me
salió a devolver, caigo en el paro y el resultado es que tengo que abonar más del
doble de lo que el año anterior recuperé, cándidamente pregunto ¿y si opto por
la conjunta?, la respuesta es demoledora, multiplíquelo por dos y añádale un
pellizco —déjelo como está, fraccione el pago y marque la casilla para Iglesia
Católica por si algún día me tienen que dar de comer— y mi consorte, ella nunca
declara pues su nómina es modesta y es amante de la libertad, tan amante que no
dispone de tarjetas de crédito, ni teléfono móvil, ni nada que la pueda atar a
una sociedad de consumo que aborrece, es así de sencilla lo que más consume es
a mí, por eso me cuida tanto; el amable funcionario nos da una buena noticia, a
la señora le devuelven 17 €, pues sea, reacciono inmediatamente, ya tenemos la
inversión del almuerzo compensada, noto unas contundentes patadas en la
espinilla que me hacen notar el desacuerdo de la consorte, la miro como un
ternero degollado y finalmente accede a entrar en la rueda y salir con el
almuerzo amortizado.
El día
era gris y amenazaba tormenta, espero ávido que caigan chuzos de punta, pues
siempre que llueve escampa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario