Obra de Francisco de Goya |
Todos
queremos tenerla, pocos nos esforzamos en buscarla, ¿existe?, sí, pero es
etérea, imposible de atenazar, firme y
cambiante a la vez, nos acerca y nos enfrenta, es tan afable como esquiva,
acercarse a ella guarda una firme dificultad que es la obligación de
razonar.
Hay
quien opina que razonar es ejercer la razón, lo cual es cierto, pues la razón
es ni más ni menos que la facultad de discurrir, un error muy generalizado es
el de confundir la razón con la verdad, la verdad espera que se llegue a ella
mediante la razón y siendo la verdad al igual que la razón, universal, tendemos
a desvirtuarla, segmentarla, adaptarla, cambiarla hasta el punto de convertir una
magnánima verdad en una pérfida mentira, es el efecto de una mala praxis del
raciocinio. Estamos viviendo una época enormemente peligrosa, que nos inunda
con influencias falsamente cómodas apremiando a perder la razón, a tragar
esas mentiras que a fuerza de abundante difusión y reiteración pretenden mutar
en dañinas verdades.
La
razón es nuestra, de nosotros depende nutrirla y conservarla, también compartirla,
solo tiene un inconveniente, mantenerla requiere esfuerzo, la elección es
nuestra ahora, ya que cuando nos la arrebaten pasaremos a ser considerados un
loco más del rebaño que nunca jamás tendrá razón.
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