15 de
Mayo, día de San Isidro, casualidad o predestinación, la coincidencia de la
fecha entre el Santo que se entregaba a la oración mientras los ángeles
trabajaban por él y el movimiento/apalancamiento social de los indignados, que hace
dos años en diferentes poblaciones españolas también oraban, recibiendo por
respuesta a los pocos meses un gobierno del PP con mayoría absoluta elegido por
un pueblo indignado, es una de esas cosas que en la vida te dan que pensar.
San
Isidro que comenzó como pocero, al igual que el ínclito Paco, fue trasladado de
responsabilidad laboral al tener un susto con su hijo Illán, que casi perece
ahogado al caer en uno de los pozos que el santo Isidro descuidaba debido a su
pertinaz pasión por la oración, su patrón Juan de Vargas lo trasladó a labrar sus
tierras, pronto surgieron problemas con sus compañeros labradores ya que el
santo oraba más que laboraba, le salvó del desempleo que unos ángeles divinos
arrearan con la yunta de bueyes y surcaran las tierras con el arado. La historia
de San Isidro coincide bastante con la del movimiento/apalancamiento del 15-M,
eso me confirma que la elección de fecha no fue casual, lástima que las oraciones
de los mal llamados perro flauta —hay que respetar a la escuela cínica o de los
perros, cuyo principal filósofo era Diógenes, que al contrario de la
sintomatología del síndrome que asocian con su nombre, defendía una vida
austera y exenta de acumulación de bienes materiales— dieron las riendas a unos ángeles azules que
labran surcos extremadamente sinuosos, tendremos que confiar en el dicho “Dios
escribe recto con renglones torcidos”, pues tras dos años los del 15-M solo
oran y no muestran un liderazgo que labore, últimamente parece que toma
posición, al menos en los medios, un tal Pablo Iglesias (Turrión, no Possé)
¿otra coincidencia?, es profesor de ciencias políticas, un contrasentido
mezclar ciencia con política, ni se moja ni convence pero eso no es problema, hoy nadie
convence.
La oración
es buena, la indignación lícita, pero todo es vano sin esfuerzo, sin trabajo,
don Pio Baroja lo tenía claro.
"La verdad es que hay siete clases de
españoles. Sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1) Los que no saben.
2) Los que no quieren saber.
3) Los que odian el saber.
4) Los
que sufren por no saber.
5) Los que aparentan que saben.
6) Los que triunfan sin saber.
7) Los que viven gracias a que los demás no
saben".
Más de
100 años y nada cambia, siguen las casualidades.
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