Con el
verano llegan los meses de Julio y Agosto, meses que con el fin de honorar a dos
grandes emperadores descuajeringan el sentido de los meses posteriores del calendario,
en sus orígenes Septiembre, Octubre, Noviembre, Diciembre, correspondían etimológicamente
al séptimo, octavo, noveno y décimo mes del año, por la gloria de los cesares
estos meses retrasan en dos su posición perdiendo así toda lógica “Ave, Caesar,
morituri te salutant”, la traducción libre actual vendría siendo “haber, Cesar,
los que van a morir se cagan en tu puta madre”.
Efectivamente
estos meses de estío, que no de hastío, acaban lamentablemente en múltiples
accidentes de trágico final convirtiendo lo solaz en tragedia, insto a la
prudencia, pienso aplicarme el cuento ya que el lunes parto para pasar una
semana por el alto Tajo, desconectaré, llevo porque no queda otra el teléfono
móvil y digo que no queda otra pues tras veintidós años vuelvo a pasar unos
días a solas con Rosa, bueno no tan a solas nuestra perra “India” también nos acompaña
dispuesta a pegarse unos chapuzones, los hijos se quedan en esta ocasión al “cuidado
de la casa” y temo que pese a no estar de forma física no dejarán de tener una
tozuda presencia, pero bueno, conseguimos tras más de dos décadas romper el
hielo y poco a poco volver a navegar en pareja iniciando una particular Odisea
que permitirá compartir nuevas aventuras con un Ulises que en esta ocasión es
acompañado por Penélope, partiré con 52 años y regresaré con 53, seguro que con
el peso de mi cuerpo ocurrirá algo similar, una semanita que espero me nutra de
divertidas experiencias para poder compartir.
Sed
felices, yo pienso serlo, por el momento paseo por mi barrio cual victorioso
emperador, pisando las calles alfombradas de pétalos de flores con que los
hermosos árboles comienzan a regalarnos, Ave, Cesar.
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