No
sabemos si las entidades financieras lo van a contar, al paso que van es
posible que no lo cuenten, irónicamente
por su incompetencia con las cuentas, cuando toca estudiar, tras un periodo
básico finalmente se decide entre ciencias o letras, en ciencias imperan los
números, las cuentas, en letras te ilustras sobre el arte de la comunicación,
los cuentos, lo ideal es tener nociones en ambas ramas, lo normal, por
desgracia, es no tener ni idea de ninguna de las dos.
En el
sector financiero surge la figura del listo, no confundir con inteligente, que
ante la dificultad con las cuentas decide seguir captando clientes con los
cuentos, los cuentos son vehículos ideales para entretener niños, nada
rentables al no disponer de capital, o embaucar incautos que pareciendo
inicialmente rentables — al final todo cuento termina con un colorín colorado
color prohibido para las cuentas— ha resultado ser un negocio funesto. Errar en
tu especialidad por codicia e incompetencia y tratar de arreglarlo con artes
que no dominas es algo aventurado y fehacientemente ineficaz, el resultado es
la desconfianza general sobre las entidades que pretenden custodiar nuestro
dinero ahora a cambio de nada, antes a cambio de algo que ha resultado ser
menos que nada.
Las opciones
para combatir este desatino no son universales, cada cual es cada cual, al
pesimista le aconsejo que si tiene algo de dinero lo disfrute, las vivencias no
pagan impuestos y el recuerdo es imposible de arrebatar, contando con la
ventaja de poder adaptarlo según convenga con ligeras dosis de imaginación; al optimista
lo animo a desvincularse rápidamente de su banco o caja de ahorros, utilizándolos
tan solo para lo imprescindible y exigiéndoles todo lo exigible ya que su
dinero es nuestro dinero, de invertir la
mayor parte del capital en un proyecto que le ilusione, que deseche la ambición, será bueno escuchar primero
el legado de Facundo Cabral
si lo entiendes es el momento de comenzar el proyecto y si fracasa, con el
pequeño triunfo de haberlo intentado pasar a convivir con el gran batallón de
estafados donde ya estará el pesimista arruinado pero lleno de vivencias y los
optimistas también arruinados pero llenos de ideas, puede que entonces entre
todos saquemos fuerzas para despertar a los que están rendidos, afrontar a los
timadores y recuperar lo robado, la ilusión y la dignidad.
Siempre
repito lo mismo, todo está en nuestras manos, incluso la tabla del nueve.
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