Últimamente
es cada vez más frecuente ver cómo la gente se tapa la boca al realizar
comentarios personales, es un acto defensivo contra la libertad de expresión,
hoy todo es público y esa accesibilidad de todo el mundo a la vida y milagros
de cualquiera facilita el comadreo, el derecho a opinar e incluso a sentenciar
sobre todo y sobre todos, generalmente de forma espontánea e irreflexiva,
produciendo múltiples bucles de estupidez e incomprensión que si bien la
mayoría de las veces no llevan a nada, en algunas ocasiones llegan a dañar
gravemente a algunas personas generalmente inseguras y con gran dependencia del
criterio del prójimo.
Las
libertades también tienen su lado negativo, sobre todo para aquellos temerosos
de su propio pensamiento, para los que viven antes del que dirán que de su
propia opinión, no siempre lo que se comunica se interpreta como uno cree, de
ahí los mal llamados malos entendidos, yo pienso que todo se entiende
perfectamente y que esas malas interpretaciones no son más que un excelente
filtro para no cargar tu existencia con gentes de difícil o imposible
convivencia, la personalidad y el pensamiento son herramientas que solo pueden
servir para entenderse y entenderse no significa forzosamente aceptar
criterios, la disparidad de ideas deben servir para crear nuevas ideas que alejen
enfrentamientos y si no se tiene la capacidad de ser medianamente altruista,
por lo menos que esas ideas diferentes nos alejen y no nos enfrenten, cada uno
a su rincón hay espacio para todos.
Curiosamente
cada vez es más difícil encontrar gente con buena expresión, capaz de hablar
sin gritar, de argumentar y a su vez de encontrar gente que escuche, que
dialogue, la tendencia es la de volver a ser salvajes, consecuencia de una mala
educación, de una falta de fe y no me refiero a la religión, me refiero a la fe
en uno mismo, ¡tanta tecnología para volver al paleolítico!, para volver a
gruñir, para taparse la boca por temor a que todos sepan lo que realmente
piensas, por ser una barbaridad o por ser incómodo y si es peligroso incomodar,
¡vaya mierda de libertad de expresión!
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