En la
desgracia, en las situaciones límite es donde el ser humano se muestra tal y
como es, cuando algunos medios de comunicación califican el comportamiento de
profesionales y paisanos durante la masacre ferroviaria de Santiago como heroico
no hacen más que delatar su habitual vileza informativa.
Volcarse
en la ayuda y en el rescate de los necesitados no es un acto heroico, es lo
normal en cualquier ser humano e incluso en algunos animales, sean españoles,
gallegos o pinches, lo extraño es que alguien pueda calificar una actuación tan
lógica como espontanea de heroicidad, lo malo es que bajo este abrumador calificativo
se trate de sacarle punta al morbo y manipular a gentes sencillas que reiteran
que su actuación fue completamente natural. Espero que la cosa no degenere como de
costumbre y se dediquen a corregir lo mucho que tienen que subsanar estos
mediocres profesionales, entiendo perfectamente la falta de contención emotiva
que dos grandes comunicadores como Matías Prats e Hilario Pino sufrieron
durante sus intervenciones informativas “in situ”, ambos tragaron saliva y
contuvieron lágrimas, pero hay ciertas cosas, que siendo intrascendentales, deberían corregirse, todos los canales
informativos que conecté dieron la noticia de que a las veinticuatro horas del
desastre las iglesias harían repicar sus campanas, pocas cosas significan mejor
que el repicar y el doblar de las campanas, la diferencia entre la alegría y el
dolor.
La metedura de pata no es nueva — En tiempos de Franco el redactor-jefe
de un diario recibió de la agencia oficial la noticia de la asistencia del jefe
del Estado a un acto en el monasterio de El Escorial; puntualizaba que al
llegar Su Excelencia doblaron las campanas; el periodista, buen profesional,
llamó a la censura para advertir al jefe que las campanas repicaron, no tocaron
a muerto. El censor replicó que la noticia había venido así de los servicios
informativos de El Pardo, y así había que darla. Un prolífico y agudo ingenio
de la Corte comentó: «El doblar que es toque serio, puede serlo de optimismo,
si lo manda el Ministerio de Información y Turismo»— la censura ahora no es oficial, pero puede que
fuera buena idea oficializar la figura de un corrector, pero claro, si la
mayoría de los que perciben la información tampoco se enteran es mejor seguir
degenerando.
Sé que
escuece, que un mediocre como yo, trate de corregir los deslices altamente
clarificadores de la competencia de los grandes dioses de la comunicación, pero
es que a mí, consciente de mis limitaciones, me chirria que me transmitan las
cosas de forma tan burda. Que no se tome como crítica, solo es una esperanza de
mejora, aunque mientras existan villanos que califican como héroes a las gentes
de buen corazón la cosa estará difícil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario