Recopilando
información sobre el viaje que mañana comienzo por tierras del Alto Tajo, me
encuentro con la sorpresa de que también tierra adentro, en Molina de Aragón,
se celebra por todo lo alto la festividad de la marinera Virgen del Carmen,
viviremos la fiesta con especial emoción aflorará el recuerdo de mi suegra
Carmen, nacida también tierra adentro en la localidad cordobesa de Baena, pero
con nombre marinero y vida mediterránea.
Su
duelo sigue latente, imagino que los duelos guardan relación con la grandeza
del finado, Carmen desde su sencillez se hizo imprescindible, siempre decía “el
que va a un entierro y no bebe vino, le viene el suyo de camino”, el día de su
entierro haciéndole caso bebí un trago de vino de su tierra, me pareció un vino
amargo portugués, ese día todo fue amargo una amargura que perdura, era la
Mamma mediterránea, su mayor placer era ver reunida a toda la familia alrededor
de la mesa, de una mesa que ella atendía con devoción, ¡qué complicado resulta
en su ausencia reunir a la familia!, era como decimos en Cataluña “el pal de paller”,
ese palo central que aglutina a su alrededor un montón de paja manteniéndola
compacta y que se desmorona en cuanto el palo desaparece, ahora que no está físicamente
todos vamos despistados, unos más que otros, imagino que también en esto hay
alguna relación, cuanto más disfrutamos de ella mayor es el desconcierto
actual, existe un líder indiscutible en este campeonato, todo un campeón, el
abuelo.
Nos
dejó un testigo que ella llevaba de forma grácil y liviana, un testigo que
torpes de nosotros no sabemos manejar y nos pesa toneladas, en su compañía todo
parecía sencillo, natural, ahora toca seguir lidiando con la vida a sabiendas
que un toro negro zaino se llevó por delante al mejor de nuestros subalternos,
estamos agazapados, cagados, parapetados tras el burladero sin atrevernos a
salir pues sabemos que nos falta quien nos eche un capote en los lances
complicados, hoy me atrevo a salir a los medios y brindar montera en mano este desasosegado
recuerdo, ¡va por ti, Carmen!
Lloramos
su ausencia con lágrimas egoístas, nos hubiera gustado seguir gozando de su
presencia, seguir exprimiendo su bondad, también son lágrimas desesperadas que
nos delatan un insuficiente cariño, una escasa atención durante su vida, vano
reproche, ella partió sin equipaje, no guardaba nada para sí lo poco que
recibía rápidamente lo compartía con quien lo necesitaba, de modo ecuánime, con
inteligente equilibrio, sacaba de dentro lo puntualmente necesario como hacía
Mary Poppins en el cuento, con un poco de azúcar… nos parece que se fue demasiado
pronto pero no somos quién para medir el tiempo en que pasó a tener un merecido
y placentero descanso eterno, su enfermedad era dura aunque su valiente
disposición nos engañara e hiciera concebir falsas esperanzas, lloramos con
unas lágrimas traicioneras que apagan cualquier pequeña llama que ilumine,
aunque sea de forma tenue, una esperanza dentro de este agujero negro en el que
estamos sumidos, no podemos contener las lágrimas pese a saber cuánto daño le
hacía vernos sufrir, pero nos falta su fuerza su sabio consejo, su aliento,
estamos definitivamente huérfanos.
Los
lazos de sangre no suponen un cariño obligatorio, el cariño y el respeto se
ganan día a día igual que se pierden del mismo modo, entiendo a aquellos que no
han superado el duelo, yo me encuentro entre ellos, me gusta aderezar con
música mis insulsos relatos y hoy tengo un amplio abanico de posibilidades,
desde el madrecita Mª del Carmen de Manolo Escobar con que titulo esta entrada,
pasando por la Salve marinera con que la Armada y la flota pesquera honran a su
Madre protectora, o todo un libreto de ópera que musicó con notable éxito Georges
Bizet, hoy me quedo con Volver a verte interpretado por José Manuel Soto, esta
hermosa canción describe con bastante exactitud mi sentimiento.
El martes volveremos a llorar desde un
enternecedor recuerdo, perdónanos por tenerte presente con lágrimas en vez de
con sonrisas como a ti te gustaría, todo llegará a su debido tiempo, pero es
tan difícil enfundarse el delantal y obrar con alegría a tu imagen y semejanza,
¡somos tan torpes!, pero todo llegará, tu ejemplo y nuestro cariño nos obliga.
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